ALGUNAS APRECIACIONES POLÍTICAS

Cuando el debate político acaba, por parte de algunos/as, en ataques personales, entonces se puede decir que el discurso político se ha vuelto miserable. Igual de miserables son los que recurren a estas medidas. Suele ocurrir en los plenos que se celebran en nuestro municipio. Algunos/as no saben distinguir el ataque político, dentro del debate, del ataque personal. Llegados a estos casos, se puede afirmar que el personaje que así actúa ha perdido “los papeles” y el control sobre sí mismo, convirtiendo las diferencias ideológicas en una especie de “pelea de cantina” o de “verduleo”.

Un concejal puede dirigirse a un adversario político acusándole de “demagogo”. Este es un ejemplo de debate político. Al denominar al contrincante político como “demagogo” quiere expresar que su discurso es, desde su punto de vista, demagógico. Pero, si por el contrario, un concejal se dirige a otro introduciendo acusaciones que afectan a la vida privada, no pública, de su adversario político, entonces el actuante ha transformado su debate político en miserable y pernicioso. Si, en el contenido del debate, alguien se dirige a su adversario para recriminarle su falta de coherencia con sus ideales  católicos (acusando a su oponente de haberse divorciado en contra de los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, pongamos por ejemplo), entonces el individuo en  cuestión es un miserable personaje.

Puede ser la influencia de los contenidos de las programaciones de algunas televisiones la que haga que algunos personajes políticos conviertan el noble arte de la Política, en política-basura. Esta táctica se vuelve contra los que la practican. Las situaciones que provocan el morbo popular, puede estar  bien para cierto sector de la ciudadanía, cansando incluso la reiteración de los mensajes. En el fondo, la vecindad prefiere aquellos personajes que les solucionen sus problemas. Asistir a continuas “peleas” les fastidia y les cansa.

Una de las tácticas políticas, tan miserable como la anterior, es la creación de una “bolsa de adeptos” valiéndose de la necesidad del personal. Esto en lenguaje coloquial viene a ser los denominados “estómagos agradecidos”. La falta de pudor de algunos especímenes políticos se vale de dos pilares. Por una parte, la ignorancia de esa parte de la ciudadanía que cree que el dinero con que se le paga por sus servicios de cualquier empresa pública municipal procede del equipo de gobierno en cuestión, en lugar de razonar que se trata de dinero público y, por lo tanto, es dinero que también sale del propio bolsillo del contratado. Por otra parte, la falta de transparencia les lleva, a los que así gobiernan, a actuar de modo dictatorial, creyéndose ellos mismos que el dinero que administran es de ellos. Hace unas semanas a alguien del equipo de gobierno se le escapó ese pensamiento a través de un tuit. ¿Recuerdan aquello de “morder la mano que te ha dado de comer?  El subconsciente del concejal aquel afloró para expresar lo que realmente cree, que el dinero público que administra el equipo de gobierno, realmente es de ellos.

El principal factor para que un personaje político, actúe como un verdadero Político (así, con mayúsculas), es su independencia económica. Si en unas elecciones, el personaje se juega algo más que la defensa y la práctica del programa electoral de su partido político, esto es, se juega “su puesto de trabajo”, entonces recurrirá a todas las artimañas que sean necesarias para no verse abocado a formar parte de las listas del paro. Si, por en contrario, su familia no depende de los ingresos que el cargo público les pueda proporcionar, entonces el personaje actuará como un verdadero político, y su discurso estará lleno de contenido. Este pensamiento vale para todos.

Lo verdaderamente lamentable es que existan personajes que, aún teniendo asegurado “su sustento”, aún no dependiendo económicamente de la Política, se valga de sus cargos públicos para enriquecerse cayendo en “las redes de la corrupción”. Estos últimos no tienen calificativos.
Salud.