Puntual a las siete de la tarde y con un repique de campanas prolongado que anunciaba su salida, Nuestra Señora de la Merced inició ayer su salida procesional por las calles de la villa pese a la previsible amenaza de lluvia que finalmente quedó en eso, en una amenaza que se fue disipando a medida que avanzaba su recorrido por el casco histórico.

Esta agrupación parroquial ha dado un salto importante en los últimos años y sus salidas procesionales desde 2012, están ayudando a ganar fieles para una imagen que muchos roteños ni siquiera sabían que existía pese a que la talla de la Merced data de 1600. Ayer, lucía espléndida con su saya de tisú de plata y manto blanco con bordado plateado, además de su corona de plata de Cuba de 1872. Estrenaba los cabellos y una media luna de plata a sus plantas donada por una gracia concedida el pasado 3 de abril de 2014.

Sencilla pero vistosa, la virgen de la Merced iniciaba su paso desde la parroquia de Nuestra Señora de la O por la plaza Bartolomé Pérez acompañada por algunas hermanas vestidas de mantilla y otras portando varales e insignias. Entre ellas, la presidenta de la agrupación parroquial, María del Carmen Vera, promotora desde hace diez años de que la Merced tenga su hueco entre el fervor roteño. No en vano, fue ella la que propició su bajada del camerín para estar en besamanos hace ahora diez años, un gesto que ha dado paso a varios años de trabajo para poder sacarla en procesión. Poco a poco, los roteños acuden a ver esta salida procesional que siempre gira en torno al 24 de septiembre, día de la festividad, aunque en Rota se acopla la cita acercándola al fin de semana para que el paso esté más arropado.

Es cierto que la Agrupación Parroquial Nuestra Señora de la Merced no tiene el tirón de otras hermandades señeras de la localidad, está dando sus primeros pasos, pero aún así, ayer consiguió estar acompañada a lo largo de las tres horas aproximadamente que estuvo en la calle.

La banda municipal de música de Nuestro Padre Jesús Nazareno puso los acordes musicales para esta virgen que al igual que el año pasado, hizo parada obligada en la Torre de la Merced, único resto que queda del que fue el convento mercedario.

Guiada por el joven capataz Juan Manuel Gómez y su grupo de capatacía, la virgen recorrió buena parte del casco histórico en una tarde que se presentaba desapacible pero que finalmente aguantó bien el tipo para no deslucir una de las muchas salidas procesionales con las que cuenta la villa a lo largo de todo el año.