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Sábado, 17 de Mayo de 2014

Balsa Cirrito

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LAS FRONTERAS DE LA HUMANIDAD

 

 

 

 

Cada cual pertenece a su tiempo aunque el tiempo nos pertenece a todos (no sé exactamente qué he querido decir, pero suena a frase profunda). En todo caso, cuando pienso en  mi tiempo, lo encuadro sobre todo en la segunda mitad de los años 80 y, un poco, los principios de los 90. En los ochenta yo, como mucha otra gente, leía libros de divulgación científica, que entonces empezaron a hacerse muy populares. Eran los días en que triunfaban Isaac Asimov y Carl Sagan. Y una de las ideas que se me quedó grabada, hasta el punto de permanecer inamovible en mi ideario personal, es aquella del futuro único de la humanidad. Por lo general, los dos autores que he citado y otros muchos, entendían que el planeta, en un porvenir no muy lejano, y siempre que una guerra nuclear no lo impidiera, actuaría como un todo, como un colectivo independiente de las naciones. Cuando mira uno alrededor, se da cuenta de que el mundo, aparentemente, marcha en la dirección exactamente opuesta. Pero los asimovianos, creo, seguimos imperturbables con nuestras ideas, aquellas que auguraban que el futuro se hallaba en el espacio.

 


En los años de la carrera espacial entre soviéticos y estadounidenses, la ciencia parecía imparable. Hoy también, pero entonces, a diferencia de ahora, lo que la impulsaba no era sólo y exclusivamente el interés monetario, sino también la conquista de nuevas fronteras. A los rusos de entonces, el beneficio económico se la soplaba, y los americanos, en un rapto de muy sano patriotismo, decidieron que llegar a Luna era un objetivo más hermoso que reventar Wall Street. Y llegaron a la Luna. Si en aquel momento (1969) hubieran realizado una encuesta en la que preguntaran: ¿Cuándo cree usted que el hombre arribará al planeta Marte? Nadie habría dicho una fecha posterior al año 1990. Andamos en 2014 y ni por pienso.

 

En la actualidad, leer la prensa no es sólo desazonante; casi siempre es, además, aburrido, porque a partir de un punto nos parece que todo lo hemos leído ya. Mi capacidad de sorpresa en este sentido se agotó hace tiempo; es difícil que encuentre una noticia que me haga exclamar: “¡caramba!”. Y como supongo que no soy un bicho demasiado raro, entiendo que es algo que le debe pasar a mucha gente. El planeta se nos hace pequeño y cansino.

 


De esta forma, salgamos a traspasar nuestra frontera natural, salgamos a investigar el espacio. No creo que para la humanidad exista otra tarea más apasionante ya que, además de lo que significa en sí, soluciona casi todo lo demás, desde los asuntos económicos (según estudios de los mericanos, cada dólar invertido en la exploración espacial revierte en 10 o 15), científicos (la lista de avances que han provocado los viajes espaciales es alucinante, desde la pasta de dientes y la comida deshidratada hasta los nuevos materiales o los códigos de barras), o político sociales (evidentemente, un planeta unido con un mismo objetivo, tendría muchos menos problemas en todos los órdenes). Y desde luego, sería un objetivo mucho más noble. Si pensamos que en la actualidad los mayores anhelos científicos y técnicos se centran en crear nuevos modelos de teléfonos móviles, motivos tendremos para rechinar los dientes.

 

No creo que haya ningún otro asunto capaz de apasionar a todo el planeta como pudiera ser la exploración del espacio. Y en ese hipotético momento, toda la Tierra actuaría como una sola nación, con el mismo empuje y orgullo que, pongamos por ejemplo, la España o el Portugal renacentista o la Inglaterra victoriana. Asimov, en sus novelas, llevó al límite su idea de la unidad planetaria. En Gaia imaginó no ya la Tierra, sino a toda la galaxia funcionando como un solo macroorganismo. Hermosa idea.

 

(Es posible que algunos de los lectores que tienen la amabilidad de seguirme habitualmente se pregunten qué mosca me ha picado y como he llegado a escribir un artículo tan alejado de mi estilo habitual. Pues aunque no lo crean, ha sido la contemplación de la campaña de las elecciones europeas lo me ha llevado a tales reflexiones.) (Seguro que no cuela).

 

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  • viriato

    viriato | Domingo, 08 de Junio de 2014 a las 09:07:49 horas

    zzzz...

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  • Villalibre

    Villalibre | Domingo, 08 de Junio de 2014 a las 05:36:52 horas

    El Cirrito te puede comer el coco mas que el mismo UG Krishnamurti y ni siquiera lo ves venir. El silencio que se esta tirando significara la historia que no todos deben de oir.

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  • Ojú

    Ojú | Jueves, 29 de Mayo de 2014 a las 22:15:31 horas

    Cirrito aver si espabila, que te has vuelto muy flojo con tus escritos y estamos impacientes por ver que nos trae de nuevo.

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  • Marianico el embustero

    Marianico el embustero | Viernes, 23 de Mayo de 2014 a las 10:22:05 horas

    Balsa, Sal de Rota y de tu ordenador verás como todavia hay cosas que te van a sorprender. Saludos y éxito en las elecciones.

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  • zanardi

    zanardi | Domingo, 18 de Mayo de 2014 a las 10:50:00 horas

    Y los extraterrestres, ¿qué?

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  • El emigrante cosmico

    El emigrante cosmico | Sábado, 17 de Mayo de 2014 a las 11:42:28 horas

    No importa que no cuele, no hay ejercicio intelectual más sano que escribir, y leer, sobre lo que uno realmente le apetece en ese momento. Por otro lado y al hilo de lo escrito, y leido, cabria preguntarse que pasaria y que pensarian los distintos gobernantes politicos si a la hora de mandar emigrantes, ó más bien domingueros, cosmicos a otros planetas, se encontraran con fronteras rodeadas de vallas interminables y rematadas con cuchillas como se encuentran muchos emigrantes terricolas. Porque lo mismo los astronautas de acá son para los extraterrestres de allá, como los emigrantes africanos y americanos para los gobiernos europeos y norteamericanos.

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