QUIJOTISMO

En varias ocasiones he pensado mencionar en uno de estos artículos a la Metapedia. Si no lo he hecho ha sido, básicamente, por no darle publicidad. Metapedia, para quien no lo sepa, es una enciclopedia on line que divulga informaciones que, grosso modo, podríamos calificar de neonazis, aunque en realidad su adscripción ideológica resulte más compleja. Si soy sincero, muchos de sus textos me provocan náuseas, sobre todos los que justifican a los nazis o su malsana obsesión por los judíos. No obstante, los relojes parados también dicen la verdad, dos veces al día, y Metapedia, en su análisis de la realidad, es posible que acierte en ocasiones.

Por ejemplo, cuando habla de la corrección política, Metapedia realiza un análisis que, exagerado y partidista, posee sin embargo algunas briznas de clarividencia. Verbigracia, describen como en la sociedad actual europea se han trasladado las creencias religiosas de antaño a ciertos valores culturales y políticos. De esta forma, el mundo occidental presenta un gazpacho de ideas de las que se extraen una serie de dogmas. Señalemos algunos:

    - Los blancos son siempre los malos.
    - Los peores pecados son el racismo y el machismo.
    - El mayor objetivo social es el multiculturalismo.
    - Hitler es el nuevo Satán.
    - No respetar estos dogmas supone la exclusión absoluta, por pecado de herejía.

Por supuesto, resulta difícil no juzgar a Hitler como el malvado máximo (lo que soy yo, lo considero incluso más malo que Yoko Ono), pero también es cierto que cualquier exceso es peligroso. He hablado a menudo del pecado de pseudomachismo, pero lo del racismo también provoca cierta porción de boberías.

Hace un par de semanas, y seguro que lo han visto en la prensa, porque la noticia se ha difundido muchísimo, en un campo de fútbol le arrojaron un plátano a un jugador negro, que respondió de una forma divertida: se comió el plátano. La repercusión de la noticia fue enorme, tan grande que, por poner un ejemplo, en la edición de internet del diario francés L´equipe se convirtió en el artículo más leído del día. Y también otro tipo de repercusiones. Al tipo que lanzó el plátano le han prohibido los directivos del Villarreal (estadio donde tuvo lugar el incidente) la entrada en el campo de por vida. Y el juzgado de la ciudad le ha abierto diligencias al individuo (no tengo muy claro el motivo de esto último). Y se pregunta uno si todo no resulta excesivo. El tipo es un gamberro y un grosero, no cabe duda, pero si le hubiera alcanzado con un mechero al árbitro del partido, su castigo seguramente habría sido menor. Y es que nos hemos acostumbrado a considerar cualquier acción susceptible de catalogarse como racista dentro de la categoría de los hechos terribles, abominables, sin establecer ningún tipo de gradación, como si fuera igual llamar negro a alguien que quemar la vivienda a unos inmigrantes recién llegados. Y la mayoría de las veces ni siquiera es racismo sino mala educación. Mi familia materna procede de Italia que es un país, hasta donde uno sabe, mayoritariamente de raza blanca. Varios de mis tíos emigraron en los años 60 y 70 a Francia, y como me decía uno de ellos: “Si por cada vez que me han dicho en Francia: ´italiano de mierda, lárgate a tu país´, me hubieran dado un franco, ahora sería millonario”. ¿Es “italiano de mierda” una expresión racista o por ser blancos los italianos se queda en una broma?

Dije más arriba que estas ideas de corrección política han desplazado a los dogmas religiosos, y no se trata de una comparación gratuita. Durante muchos siglos, y sobre todo en España, se daba la circunstancia de que cuando alguien molestaba o se volvía incómodo, se le acusaba de hereje, hubiera o no motivo, y esa persona quedaba automáticamente fuera de circulación. Tengo la sensación de que es algo que si no está pasando (que creo que sí), va a comenzar a ocurrir dentro de muy poco.

Un ejemplo. Cada vez que leo un periódico on line de algún país hispanoamericano y hablan de España, acusan a los españoles de racistas. Para ellos se trata de una verdad más grande que el lago Titicaca. La inmensa mayoría, no tiene ninguna práctica sobre el racismo español, pero es algo que “tiene que ser verdad”, porque se halla dentro del ideario cultural que les han inculcado. Y aunque estos iberoamericanos vengan luego a vivir a España y no tengan en su vida apenas experiencias de este tipo, seguirán tildando a los españoles de racistas. Varias veces me he topado con algún latinoamericano, y los he oído quejarse de que no han prosperado en el trabajo o no han conseguido buenas oportunidades a causa del racismo. ¡Cómo si para los españoles fuera fácil abrirse camino! Un individuo que a lo mejor lleva un par de años en nuestro país y se queja de que no ha triunfado por culpa de la xenofobia. Pues a ver cuántos españoles se abren un porvenir próspero en un par de años, a ver.
  

Es posible que por no ser una zona de inmigración masiva, en Rota ciertos prejuicios no estén muy asentados, es posible, y que por ello mi visión se halle un poco adulterada. Pero nunca he visto que se trate con falta de respeto a los latinoamericanos. Al contrario, la inmensa mayoría de las ocasiones observo que se les trata con muchísima simpatía (no podríamos decir lo mismo, quizás, sobre los marroquíes). Doy clase en un instituto y he tenido un buen número de alumnos procedentes de la América hispana y nunca, insisto, nunca, he observado el menor rasgo despectivo hacia ellos, lo cual en el fondo resulta casi antinatural, porque los chavales se dicen burradas con una terrible desenvoltura.

Los españoles somos racistas en la medida que lo son todos los países. No conozco ningún país que no lo sea; aunque puede que en España más que racismo se trate de xenofobia, que pese a lo que muchos piensan, no es exactamente lo mismo, y que es algo, en mi opinión, casi imposible de erradicar por completo. Pero, en todo caso, el racismo español es muy peculiar. En la actualidad, andamos endeudados hasta las cejas, con un déficit público para muchos años de enorme envergadura. Pues bien, una de las razones de esa deuda y de ese déficit, y no de las menores, es que precisamente los españoles ofrecíamos asistencia médica gratuita a todos los inmigrantes, con acceso pleno a la Seguridad Social, lo cual, si se considera que durante un lustro y medio fuimos el país del mundo que recibía mayor número de ellos, nos lleva a una cantidad de dinero pavorosa. Y si no me equivoco, éramos el único país en todo el mundo que hacía eso. Típico quijotismo español ¿Y encima nos llaman racistas? Hombre…

Por supuesto, y quiero que quede claro, la corrección política, con todos sus errores y ridiculeces me parece mejor que la incorrección política sistemática. Pero también es cierto que la mejor manera de apoyar a los racistas es precisamente utilizar ese calificativo de forma gratuita y casi perenne. Si todo es racista, termina porque nada lo sea.