HABRÁ QUE ENSEÑARLES

Creo que no han aprendido. O, tal vez, les importa un pito, como al tipo que posee la única gasolinera en treinta kilómetros a la redonda y pone el combustible al precio que le da la gana.

Durante las últimas semanas hemos asistido a una serie de ruedas de prensa tan inútiles como un chubasquero dentro de una iglesia. Ruedas de prensa que no servían para nada; políticos mordiendo a políticos con la misma seriedad que niños de primaria propinándose sopapos. El PSOE criticando muy críticos que les acusen de ser criticones. IU tratando de apuntarse tantos como un jugador novato en la NBA que quisiera engordar sus estadísticas (en este caso, haya metido o no canasta). PP y RRUU, cada uno por su lado, para decir aproximadamente lo mismo, esto es, para darle caña a la Junta de Andalucía con argumentos pobres como concejales antes de ser concejales. Y de postre la alcaldesa, que como es la que más manda (y con esto no estoy diciendo ninguna mentira), se marca un tango que no le pone música ni Astor Piazzolla. Después de varias semanas de la última imputación, sale  la buena mujer para decir que en todos los embolados judiciales que tiene en lo alto, la culpa es de la oposición y que ella es más buena que la mortadela con aceitunas. ¡Qué talento, Dios mío, qué talento! Evidentemente, la política debe ser uno de los pocos campos donde da igual el volumen de sandeces que se pronuncien, porque siempre van a tener los que las dicen un numeroso grupo de palmeros. Los políticos piensan que todos los demás son tontos, y lo piensan porque, realmente, los demás son tontos. Lo somos.

¿No han aprendido nada? ¿No miran al mundo que les circunda?¿No tienen una mínima empatía con la sociedad? Si hay algo bueno en la crisis actual, crisis que afecta a todos los ámbitos, no sólo a la economía, es que los ciudadanos hemos comenzado a dejar de reír ciertas gracias. Recuerdo que hace algún tiempo, en el trabajo, hablábamos de política con frecuencia. Ahora transcurren los meses, me atrevo casi a decir que los años, y nadie dice ni mu. Pasamos de política como de la liga albanesa de fútbol. Y si hay algo que juraría que los ciudadanos detestamos profundamente en la actualidad, es el politiqueo barato. El discurso de tirarse trastos a la cabeza, de no responder de sus propios actos, de echarle la culpa a los demás, de lanzar descalificaciones en lugar de argumentos, de buscar hooligans en vez de personas responsables, en definitiva, de hacer el gilipollas esperando que los aplaudamos por hacer el gilipollas (como efectivamente ocurría).

Creo que no se dan cuenta que esa actitud ya no proporciona ni siquiera votos. La gente, el pueblo, está harto de esas pantomimas.

Pero no quiero ponerme en plan moralista, que ya tenemos demasiados catones y se nos está poniendo cara de acelga. Sólo les pido a los políticos que actúen como actúa la gente decente en su vida normal. Que no crean que la función pública es un vale para actuar como les salga de las narices, que no piensen que tienen un surtido inagotable de comodines para tapar sus fallos, que no se imaginen que pertenecen a una casta diferente, que, en fin, sepan que los políticos son como todo el mundo y que ellos también deben comportarse con educación y respeto.

¿Pido mucho? Qué va, sólo hay que intentarlo. Es como aprender a andar. Primero un paso y luego a otro.
(De camino, si alguien conoce a Espe, que le mande un correo con el final del artículo, porfa).