Calle Charco, con Antonio Franco
![[Img #31550]](upload/img/periodico/img_31550.jpg)
TODO ESTO ME SUENA
En la España decimonónica, en la que se alternaban en el gobierno el partido conservador y el partido liberal, resultaba una práctica habitual comprar los votos. La compra se llevaba a cabo, no en reales en efectivo, sino, más bien, en “especie”. Era muy común “ofrecer jornales” a cambio de la “fidelidad” del voto. Teniendo en cuenta que en aquella España no todos tenían derecho al voto (las mujeres, por ejemplo no podían hacerlo, incluso entre los hombres se tenían que dar una serie de requisitos), no resultaba muy complicado convencer al jornalero de a qué partido votar. De todas formas, había una especie de pacto gubernamental entre los dos partidos, conservador y liberal, para alternarse en el gobierno. Las diferencias ideológicas, la mayoría de las veces se confundían. La compra de votos se daba, generalmente, en las elecciones municipales, donde los beneficios que se podían obtener a la hora de alcanzar la alcaldía estaban ya calculados. Eran en las elecciones municipales donde se distinguía con mayor nitidez las diferencias entre un partido y otro.
La situación no cambió con la llegada de la Segunda República. Sobre todo en los pueblos de este país nuestro. “La costumbre” de compra de votos se siguió manteniendo en las poblaciones pequeñas. Teniendo en cuenta que la agricultura representaba en aquella España del primer tercio del siglo XX más del sesenta por ciento de la economía total del país y que la tierra estaba en poder de muy pocos, la población dependía totalmente de los jornales que pudiera ofrecerles “el señorito” de turno. “El señorito” de turno que, por cierto, no defendía postulados socialistas, comunistas, anarquistas, ni de justicia social alguna. Como resulta natural en estos casos, aquellos terratenientes “simpatizaban” con los partidos de la derecha ideológica, que les garantizaba el mantenimiento de sus derechos.
Todo ello, unido a una población en su inmensa mayoría analfabeta, la compra de votos era una costumbre tan arraigada como el español a su terruño.
La Historia nos ha dejado aquella respuesta del jornalero orgulloso (seguramente también documentado) que en el momento de ofrecerle un jornal a cambio de su voto, le respondió al capataz: “en mi hambre mando yo”.
El título de este artículo me surgió de una conversación mantenida con un vecino hace unos días. El título, “Todo esto me suena”, me hizo recordar estos pasajes de la Historia de nuestro país. Parece que el miedo se ha instalado entre los parados de nuestro pueblo. Digo parece, que es lo mismo que decir me da la impresión. De las palabras de aquel vecino no se desprendía otro mensaje. El mantener una conversación con alguien de la oposición puede resultar perjudicial a la hora de una contratación en la empresa municipal Aremsa.
No me queda otra que recordar aquellas palabras de Federico García Lorca: “no sólo de pan vive el hombre. Está bien que todos los hombres coman, pero también que todos los hombres sepan. Medio pan y un libro”.
Salud.












Lo Justo | Lunes, 07 de Abril de 2014 a las 17:10:20 horas
Buen articulo A.F. As dado en el clavo sobre algo que transciende la politica y entra en el tereno cultural, y no solo estoy hablando de nuestra cultural nacional; pero tambien la de muchos paises, donde se vota y apoya a los que te hacen favores \"favor por favor\", o en donde se sabe que \"sin un padrino uno no se bautiza\" o cuando es bien cononcido que los que se hacen con la administracion de un ayuntamiento, comunidad o nacion van a \"colocar\" a los \"suyos\" antes que a los de \"fuera\". Y todo esto lo hacen porque? A lo mejor esperan que estas personas contratadas, a su vez, les apoyen. Hemos pasado del nepotismo, enchufe, afinidad/\"compadreo\" y cultura de \"yo te ayudo pero me debes...\" de esa españa de los años 30, donde se hacia de forma descubierta, a un presente donde tambien se hace; pero de una forma mas sutil y menos descarada. Es el mismo sistema A.F. aunque los \"señoritos\" ya no sean grandes terratenientes ni muchos de ellos lleven corbata, todos siguen portandose igual. Tienen una agenda y sus intereses de \"mantenerse\" priman sobre cualquier otra consideracion. Cuantas veces a ido usted a una entrevista de trabajo y lo primero que te preguntan es si eres de \"la familia\" tal (por los apellidos) o si conoces a esta o este, antes de preguntarle sobre su curriculum?
Accede para votar (0) (0) Accede para responder