Balsa Cirrito
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¿ES GUAPO GEORGE CLOONEY?
Uno ya no sabe ni lo que es.
Cada día que pasa detesto más la democracia. Y no sólo por las corruptelas que vemos a cada instante, a cada paso, en cada lugar. Aparte de todo eso, la detesto por demagógica, por tirana y por boba. Por incitar a los sentimientos más innobles.
No en vano la democracia la inventaron los griegos antiguos, pueblo de filósofos, de platones, aristóteles, porfirios y solones. Quienes no lo son (ni filósofos ni griegos antiguos), parecen interpretarla como un regalo para el más pícaro y se aprovechan de ella. Porque la democracia, reconozcámoslo, parece hecha para los aprovechados.
La democracia no permite la grandeza pues apela constantemente al egoísmo y al halago más bajo. No hay nada que incite más a una ciudad sino que le digan que una administración ha concedido tal o cual obra pública al pueblo vecino. Imaginemos, es un decir, cómo se pondrían los chipioneros si en Rota construyeran un hospital con cuatrocientas camas. En vez de alegrarse por tener el hospital más cerca, pondrían el grito en el cielo contra los malditos roteños. De resultas, los gobiernos actúan como jurados de concursos carnavalescos, al amor de los gritos.
Detesto la democracia porque reduce el discurso de los políticos al nivel de un niño de diez años (siempre y cuando el niño de diez años haya repetido algún curso). La constante simplificación termina con los matices de las cosas. Y la vida está llena, sobre todo, de matices, que son los que precisamente borra la democracia. En democracia sólo interesa lo que sale en los periódicos. Un político no hace absolutamente nada con respecto a un problema que sabe que no va a tener repercusión en los medios. Así se caiga el mundo. Y algunos casos he visto.
A menudo me imagino la democracia como uno de esos buffets libres tan frecuentes en las costas de las zonas turísticas españolas. Por un precio fijo, cada hijo de vecino puede comer hasta reventar. Hay quien come lo que realmente le apetece, pero hay quien, efectivamente, traga hasta que le salen las puntas de solomillo y la musaka por las orejas. Y la democracia se diría hecha para esos tragones, precisamente.
Afirmaba Lamartine que en la democracia se observaban más las manos que las mentes de quienes gobiernan, lo cual no es cierto en modo alguno. Pero el problema mayor es que absolutamente todos los males que cito se agravan en una dictadura. Las democracias son malas, pero las dictaduras son peores, apestan y, con frecuencia, matan.
No me gusta la democracia, detesto las dictaduras…
Por eso, lo que decía al principio. Uno ya no sabe ni lo que es ni lo que le gusta. De verdad que no. Tengo dudas... De hecho... Quisiera estar seguro: ¿es guapo George Clooney? No sé, últimamente estoy empezando a encontrar atractivo a Mario Casas. ¿Me pasa algo, doctor? Por Dios, doctor, lleva usted una bata completamente ideal...












Hermano Lobo | Miércoles, 05 de Febrero de 2014 a las 18:00:51 horas
"La democracia es el peor sistema político que existe, exceptuando todos los demás", dijo Winston Churchill. Me alegra ver que estás de acuerdo, por eso no tengas dudas.
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