Calle Charco, con Antonio Franco
![[Img #29601]](upload/img/periodico/img_29601.jpg)
EL ESPECTRO POLÍTICO SE DILATA
Estamos en año electoral. Aunque se trate de unas elecciones europeas, donde se va a configurar el próximo parlamento europeo, las distintas formaciones políticas van moviendo fichas. Unas elecciones éstas del próximo mes de mayo sumamente importantes, por más que el personal, o una buena parte de éste, opte por la abstención. Al menos, eso dicen las encuestas de opinión sobre la intención del voto. La ciudadanía se ha impregnado de desencanto y esto es lo peor que puede ocurrir en una democracia. Sobre todo porque da pie a que nada cambie, e incluso empeore. Quedará la protesta. Pero “los ganadores” esgrimirán la retahíla de que cuentan con el apoyo de las urnas, de una mayoría que les ha votado. Pertenecemos a esta Unión Europea que defiende a la banca por encima de los derechos de los ciudadanos. Estamos integrados en una Europa que antepone la prima de riesgo a los intereses de las personas. Si estamos conforme con esta Europa, podemos no ir a votar. Podemos también votar por más de lo mismo. Si, por el contrario, deseamos una Unión Europea que apueste por los pueblos que la conforman, que defienda a la ciudadanía por encima de todo y de todos, entonces no tenemos más remedio que votar, y no precisamente por los que defienden esta Europa injusta y desigual.
Estamos en un año electoral inmerso en la mayor crisis económica de las últimas
décadas que se ha llevado por delante la mayor parte de los logros conseguidos por la ciudadanía. La situación electoral, al menos en España, se parece a la de aquellas primeras elecciones democráticas celebradas del tránsito de la dictadura al sistema democrático. En aquellas elecciones la gama de partidos políticos era tan extensa que era complicado explicarse por qué tanta división ideológica dentro de la izquierda.
Ahora también aparecen partidos políticos diferentes. Tanto por la derecha como por la izquierda. Sobre todo, por la izquierda. La situación me hace evocar un párrafo de la novela de Antonio Muñoz Molina, “La noche de los tiempos”. El texto es de una conversación entre el personaje de la novela y un cargo político de la España de la República en plena guerra civil. Decía el político: “Sabemos por qué lucha el enemigo y por qué se sublevaron los militares, pero lo que no se acaba de saber todavía es por qué luchamos nosotros. Cada loco con su tema. Don Manuel Azaña quiere la Tercera República francesa. Usted y yo y unos cuantos como nosotros nos conformaríamos con una república socialdemócrata como la de Weimar. Pero nuestro correligionario y ahora presidente del gobierno dice que quiere una Unión de Repúblicas Soviéticas Ibéricas, y don Luís Companis una república catalana, y los anarquistas se olvidan de que estamos en guerra y tenemos enfrente a un enemigo sanguinario para experimentar en todo este desbarajuste con la abolición del Estado”.
Salvando las diferencias históricas, en “plena guerra contra las políticas neoliberales” vuelven a surgir diferentes tendencias “salvadoras” en el espectro electoral de la izquierda.
Por contra, por mucho que se divida la derecha en diferentes facciones, al final, acaban uniendo sus fuerzas. Los partidos políticos de izquierda serán los derrotados, de seguir la tendencia actual, en las próximas elecciones europeas donde tanto nos jugamos. Sí es verdad que somos más, tenemos que demostrarlo. Habrá que ponerse de acuerdo para constituir una sola candidatura común. De lo contrario, el bipartidismo se impondrá. Y ya sabemos que PP y PSOE defienden las mismas tesis neoliberales.
En lo que no se puede convertir las elecciones al parlamento europeo es en una especie de experimento de laboratorio electoral, porque entonces el desencanto del personal sería mayor aún de lo que ya es.
Es una ocasión única para demostrar que los personalismos sobran. Estamos unidos por una idea común. Lo demás, sobra. Y a todo esto, los de enfrente se frotan las manos.
Salud.












Buster Keaton | Sábado, 01 de Febrero de 2014 a las 14:53:28 horas
Que un politico fuera honrado debería ser lo esencial, la base para todo lo demás, si se piensa que no es un adjetivo primordial en un politico, sino uno más bien molesto, estariamos dando coartada a todos aquellos que se pasan el programa que se supone es lo que quiere las bases del partido y votantes, por el forro y tambien a muchos corruptos y trepas. La confianza se pone en un politico para que defienda unos ideales, unos derechos, un concepto de la sociedad que se desea y no para que acabe formando parte del gobierno a costa de esos mismos ideales y de esos mismos objetivos. No se vota a nadie solo para que llegue al poder y una vez que llega se olvide de los ideales, que es lo que pasa con el 90% de los politicos, así que si sobrevive alguno que prefiere seguir ondeando la bandera de quienes pusieron su confianza en él y no venderse a un cargo, no deberiamos cargar contra él, sino desear que surgieran muchos más como él que cogieran su relevo. Deberiamos desear más politicos honrados y no tantos trepas, corruptos y estafadores como tenemos.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder