Balsa Cirrito
![[Img #29347]](upload/img/periodico/img_29347.jpg)
GRAFO
He olvidado el título, el director, los actores y el argumento, pero recuerdo un diálogo de la película. El que habla es un individuo extremadamente conservador, un carca tan grande como el Valle de los Caídos, y comenta:
- Hoy en día vemos a un tipo con un spray y nos quedamos igual; lo vemos por la calle, pintando obscenidades en las paredes y cuatro imbéciles nos aseguran que eso es arte.
- Tú los meterías en la carcel, ¿no? - le dice en tono irónico su interlocutor.
- En algunos casos, desde luego.
En fin, no soy, creo, ni carca ni conservador ni me gusta el Valle de los Caídos ni los toros (salvo cuando torea El Juli), pero a menudo siento la tentación de apoyar a aquel personaje, pidiendo la cárcel para los perpetradores de graffitti y de pintadas. En ciertos lugares, incluso, llegaría a pedir la horca.
Hay ciudades realmente masacradas por los artistas del aerosol. Lisboa es una de las ciudades más bonitas que conozco para pasear, sin embargo, el placer de recorrer sus calles se ve ensombrecido por los infinitos graffiti de sus paredes. Prácticamente, no hay un cierre de comercio que no esté estropeado con pintura. Quizás se trate del caso más exagerado que me viene a la cabeza, pero, desde luego, no es el único. Barcelona es una ciudad menos bonita que la capital de Portugal (las plazas de Barcelona son, por lo general, horribles, no sé si por culpa de la Olimpiada o del horterísimo Fórum Universal de las Culturas), pero su barrio más hermoso, el Barrio Gótico, está absolutamente echado a perder por culpa de los sprays. Hace unas semanas anduve por Granada. Una de las zonas más emblemáticas de la ciudad, la carrera del Darro, parece a ratos la imagen de un barrio anarquista de videojuego, con paredes grafiteadas de forma alevosa y continua.
No conozco demasiado el norte de Europa (forma fina de decir que no lo conozco en absoluto) (salvo Ikea, claro), ni tampoco Centroeuropa (menos los supermercados Lidl), pero creo que el graffiti irrespetuoso, aquel que no respeta zonas monumentales o simplemente hermosas, es propio sobre todo de los países latinos, de Portugal, España e Italia, principalmente y por este orden. Imagino, aunque bien pudiera estar equivocado, que esta, digamos, tolerancia del sur de Europa se debe a razones políticas, sobre todo en la península ibérica. Queda el recuerdo de cuando las pintadas y graffiti estaban destinados a las reivindicaciones políticas, entre otras cosas, porque tampoco había muchas formas de expresar esas reivindicaciones, de resultas, que en la actualidad, me imagino, a los policías les da mucha vergüenza detener a los grafiteros.
Y es que en el sur somos la leche.
En el fondo, el famoso anagrama de PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain) tiene su miga o eso podría parecer. Aunque me temo que la razón auténtica de toda esa basura mural son nuestras sociedades. Nuestras paredes son como son porque nuestros países excretan lo que excretan.
Tengo para mí que esta falta de respeto por los bienes públicos suele ser un índice de la corrupción, de la injusticia, del desprecio hacia la honestidad, de la falta de decencia moral y de la ausencia de responsabilidad política. Cuanto peor se trata a las paredes, mayor es la corrupción del lugar. Es uno de esos índices espontáneos que el mundo ofrece para conocer la verdad de las cosas sin necesidad de arduas investigaciones. Mira uno a su alrededor y se le cae la cara de vergüenza. Y no hace falta mirar muy lejos. El día en que tengamos paredes limpias tendremos sociedades sanas.
Aunque para ello hacen falta buenos doctores.












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