(Dedicado a José Tomás Ruiz Varela)

Los seres humanos somos frecuentemente víctimas de las circunstancias y a ellas nos debemos sin posibilidad de modificar sustancialmente sus consecuencias. Quizá el tiempo tenga la virtud de ir colocando a cada uno en el sitio que le corresponde.

Estoy convencido de que quien conoce mi trayectoria no tiene la menor duda sobre la opinión que me merece el proceder como gobernante del Sr. Rajoy. Pero para que los juicios que emitimos, quienes acostumbramos a hacer pública nuestra postura, ofrezcan el mínimo de garantías, no pueden ocultarse cuando las decisiones o los hechos del personaje a quien nos referimos merezcan una valoración diferente a lo acostumbrado.  

No cabe duda que nuestro presidente acumula, un amplio rosario de decisiones que, por defender los postulados del neoliberalismo vigente, están resultando gravemente lesivas para los intereses de la mayoría de la ciudadanía; en cambio, la decisión de dar carpetazo al asunto Eurovegas es un acierto en su haber.  

Ahora, quienes tienen como bandera, desde las mismas filas ideológicas, la acostumbrada estulticia de denostar todo lo que hace el presidente, con el único fin de promover apoyos a trasnochadas corrientes, asociadas al ex-presidente Aznar, de infausto recuerdo, o a alguna de sus delfínicas criaturas, como doña Esperanza Aguirre, cuentan con una gran oportunidad de volver a hacer el ridículo. Es indudable que en este país, cualquier persona con un mímo de sensibilidad y dignidad estaría dispuesto a vender el alma al diablo por un buen número de puestos de trabajo, y que por mucho que nos desagrade el proyecto fracasado, se ha de comprender que los responsables del gobierno remuevan Roma con Santiago por asegurar el maná de los empleos.  

Pero hasta aquí hemos llegado: las abusivas e intolerables condiciones exigidas por Adelson han tensado tanto la cuerda hasta que al final Rajoy la ha roto con toda la razón. Tomen nota: cambiar la ley del tabaco, aunque bastante grave quizá sea lo menos significativo; reducción de la carga impositiva de un 45% a un 10% que se le ofreció, y que él se descolgó reclamando un 1%; exigir un blindaje jurídico a la normativa vigente con una indemnización más la reversión de todas las pérdidas generadas ante todos los posibles cambios normativos; prohibición del juego on-line en la comunidad de Madrid; restricción a la entrada de nuevos operadores en el sector del juego; reducción del impuesto de transmisiones patrimoniales; exigencia de la participación de capital externo a la empresa de Adelson para financiar las inversiones iniciales, etc, etc, etc.

Lo dicho, a pesar de lo que puedan decir José Tomás y similares, palmeros de la prensa azul-marino, totalmente de acuerdo con usted, sr. Presidente. Lleva usted muchas de arena, pero esta sin duda es una de cal.

Sin irnos muy lejos, al tiempo que nos desayunábamos con el no a Eurovegas, nuestro ex-p más controvertido, salta a las páginas de la actualidad al descubrirse en los correos de Miguel Blesa que él, el divino Aznar, presionó al expresidente de Caja Madrid, al que había promovido a este puesto, en aras de la antigua amistad que los unía, para que adquiriese por 54 millones de euros parte de la colección de otro amigo suyo, Gerardo Rueda. Menos mal que Rafael Spottorno, Jefe de la Casa Real, a la sazón presidente de la Fundación Caja Madrid por entonces, se encargó de frustrar la operación por considerarlo un precio disparatado. José Mari haciendo una de las suyas, de las que acostumbra: un favor a su amigo José Luis Rueda, hijo del escultor, para que Caja Madrid (Hoy, Bankia), que ya sabía de su grave situación devolviera la prebenda del nombramiento.

¿Este es el personaje de quien esperan que salve el país? Segundas partes, nunca fueron buenas; sobre todo si la primera fue tan nefasta. Don Jose Mari, todo Arena.


Manuel García Mata