Balsa Cirrito
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EL EJEMPLO MANZONI
Hace unos días me encontré con un antiguo alumno (en realidad, no tan antiguo; terminó el año pasado). El chico, tras finalizar el instituto, eligió una carrera que en España sólo se imparte en la universidad de Valencia, motivo por el cual fue a cursar los estudios a esa bonita ciudad levantina. Le pregunté qué tal le iba.
- Bien, vaya, bueno…; lo único es que... – mi antiguo alumno se detiene y se frota la barbilla.
- ¿Qué? - pregunto yo, en realidad sabiendo lo que me va a decir.
- El valenciano... Las clases se dan en valenciano.
(Por supuesto, me lo temía.)
- Claro, en valenciá.- ahora soy yo el que se frota la barbilla - ¿Y hay mucha gente de fuera en tu carrera? ¿Son todos valencianos? - sin duda, mi pregunta era retórica.
-¡Qué va! La mayoría somos forasteros. Ya te digo, es la única universidad de España que tiene esa especialidad. Pero ya me voy defendiendo en la lengua.
- Y allí, en la facultad, – insisto yo - ¿los alumnos hablan valenciano entre ellos?
- Ni de coña.
- ¿Los que son de Valencia tampoco?
-Tampoco.
-¿Y la gente? ¿Habla valenciano en la calle la gente en Valencia?
- Algunos... Pero la gran mayoría usa el castellano.
- ¿Entonces?
- Pues no sé – mi antiguo alumno se encoge de hombros.
Quizás Valencia sea el mejor ejemplo de lo que podemos llamar sin temor a equivocarnos gilipollez española masiva. Fíjense porque más no se puede pedir. Una ciudad donde los letreros y las indicaciones de las calles se hallan en una lengua que no es la que habla la gente. Una escuela y una universidad donde las clases se imparten en un idioma que no es el mayoritario. Si además añadimos que el idioma minoritario que utilizan para enseñar no es ni la décima parte de importante que la lengua mayoritaria que evitan, tenemos todos los ingredientes necesarios para figurar en el manual de recetas del perfecto gilipollas español. (Y eso que el gilipollas español tiene recetas buenas a porrillo.)
Lo de Valencia, que en realidad se podía aplicar al País Vasco de hoy y a la Cataluña de hace unos pocos años (la actual, gracias a una brutal imposición legal, es catalanoparlante), es quizás uno de los grandes logros no sólo de la gilipollez patria, sino también del masoquismo nacional, y refleja una situación tan absurda que a veces resulta difícil entenderla.
Porque no en todas partes son igual de capullos. En Italia, históricamente, la situación era infinitamente más compleja que en España. Dividida en multitud de estados, los italianos hablaban dialectos a menudo más alejados entre sí que, por ejemplo, el español y el gallego o el español y el catalán. Sin embargo, los escritores italianos, deseosos de convertirse en una unidad peninsular, eligieron escribir en toscano, que gracias a Dante, Petrarca y Boccaccio, era el dialecto más prestigioso culturalmente. En realidad, tampoco debía sorprendernos, ya que lo mismo ocurrió en España desde los tiempos de Alfonso X el Sabio, de resultas a lo cual, durante muchos siglos utilizaron el castellano escritores de toda la península, incluyendo no ya Cataluña o el País Vasco, sino el mismísimo Portugal. Baste decir que el equivalente portugués a Cervantes, su escritor más nacional, el gran Luis Vaz de Camoens, se hartó de escribir poemas en castellano (y no fue el único: Sa de Miranda, Gil Vicente, Jerónimo Corte Real…)
Pero sigamos con los macarroni. En Italia no tienen una novela nacional a la que puedan llamar el clásico por excelencia como en España consideramos El Quijote (quizás debería corregir lo anterior, en la España actual, cuando se habla del clásico por excelencia, se piensa en un Real Madrid-Barça). Pero lo más parecido que tienen como novela nacional es I promessi sposi, Los novios, de Alessandro Manzoni. Pues bien, el mencionado Manzoni era de Lombardía, cuyo dialecto italiano contiene algunas particularidades demasiado locales. Deseando ser comprendido por todos los italianos, Manzoni se fue a vivir a Florencia, capital de la Toscana, simplemente para escribir I promessi sposi en un italiano que pudieran apreciar todos los habitantes de Italia, alejado de localismos y de la pueblerinidad, entendiendo que las lenguas se han hecho para que los hombres se entiendan, no para que se las lancen como armas arrojadizas, buscando puntos de encuentro y no de fuga. En fin, mi pregunta es la siguiente: ¿Se imagina alguien a cualquier escritor español imitando a Manzoni? ¿Eh?
Por los collons le iban a imitar.












Joe | Viernes, 01 de Noviembre de 2013 a las 07:58:57 horas
adolcro, al parecer has ganado. Ahora te recomiendo que cambies la palabra "acento" por la de "tilde". comentario 30 octubre, 23:56 Y por último, como sois amigos míos los dos, deciros que para mí empatais. PD,
a José Balsa decirle que me parece muy intersante su artículo. Es vergonzoso que el PP critique tanto a los catalanes y los quirea españolizar y ellos hacen lo mismo con la lengua/dialecto allí donde gobiernan. Por tanto no juegan limpio y confunden a unos y a otros.
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