Balsa Cirrito
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MUNDO NIKE
¿Qué tienen en común Rafael Nadal, Tiger Woods, Cristiano Ronaldo y Andrés Iniesta? Pregunta fácil: todos ellos tienen firmado contrato publicitario con la firma Nike (pronúnciese niqué, por favor, nada de esa horterada de decir naiki). Si sumamos el montante de los acuerdos de todos estos deportistas, y, por supuesto, otros muchos, nos encontramos con una cifra de cientos de millones (y me da igual si son dólares o euros). Cientos de millones en patrocinio. No es preciso hacer muchas cuentas para darse cuenta de que toda esa pasta sale de las zapatillas y de las camisetas que compran los benditos consumidores.
De tal forma, uno puede pensar qué porcentaje del precio corresponde realmente a la prenda que se pone. Es decir, si unas zapatillas de deportes cuestan sesenta euros, veinte o veinticinco se van en amortizar la pasta que se llevan esos deportistas. Otros tantos, se irán en la publicidad directa, esto es, en la contratación de anuncios. Sumando, de los sesenta euros que pagamos, como cuarenta y cinco se marchan en intangibles. Y de los quince restantes sale el margen del vendedor, el precio de la materia prima, la mano de obra que fabrica la prenda, el distribuidor, etc.
Si miramos a nuestro alrededor, al panorama político, nos parecería que nos topásemos con una aplicación de la filosofía Nike. Tenemos un déficit más grande que el ego de Mourinho, pero el número de políticos no disminuye, ni sus sueldos, ni las trapacerías innobles como la última de los diputados del parlamento andaluz (de todos los partidos), restituyéndose la paga extraordinaria de navidad. Ni por supuesto, tampoco disminuye el caudal de mangantes y chorizos.
Déficit público ¿Por las obras acometidas estos años? ¿Por el gasto en derechos sociales? ¿Por el número de funcionarios? Pues no, no y no. Esto es como el precio de las zapatillas Nike. Un contrato publicitario a una estrella no grava mucho, pero cuando son infinitos, todo se va por ese desagüe. Pues igual. Un chorizo lo puede soportar el sistema. O un despilfarrador. O un alcalde o presidente de diputación o consejero que contrata amiguetes. Uno se soporta. Con lo que no se puede es con la muchedumbre de bárbaros que se han lanzado sobre el presupuesto nacional como sobre tierra conquistada. Cuando uno piensa que los alcaldes o los diputados o los ministros o etc., se ponen a sí mismos el sueldo que les apetece, dan ganas de aullar a la luna. Usted o yo, o cualquiera que me lea que no entre dentro de las categorías anteriormente señaladas de concejal-diputado-alcalde-ministro- consejero, ¿si tuviera que ponerse a sí mismo el sueldo, cuál se pondría? ¿El que en justicia le correspondiera? (Traten de no reír demasiado fuerte, por si hay alguien durmiendo la siesta)
Pero podemos aplicar la filosofía Nike por otra vertiente. Cuando vemos que comprando Nike no compramos un producto, sino que sufragamos directamente una nueva mansión para Tiger Woods, es posible que nuestra decisión sea cambiar de marca, adquirir otra zapatilla de deportes que consideremos aceptable y cuya empresa no tenga en nómina a la mitad de los deportistas del mundo, esos que luego nos encarecen el precio. En política nuestro poder adquisitivo se mide por votos, y podemos hacer lo mismo, buscar políticos aceptables y que no nos cuesten tan caros. Seguro que los hay. Sé que es difícil cambiar de hábitos, porque Nike es Nike y la publicidad puede mucho. Pero se me viene a la cabeza la marca de zapatillas de deportes más famosa del mundo cuando yo era niño. Recuerden: Keds. (Caramba, Keds). Pues Keds, aunque sigue existiendo, es en la actualidad una firma casi marginal. Y pese a toda su publicidad y poder, pasó a un segundo o tercer plano.
Que piensen los zafios políticos actuales españoles, los devoradores de los presupuestos, los mangantes organizados con la excusa del partido, los cuatreros del erario público, los forajidos de la nación, los hunos de nuestro bienestar, si no les puede pasar lo mismo. Desaparición de PP-PSOE-IU-etc. En Italia ya ocurrió esto en unas circunstancias similares a las nuestras durante los años noventa. Y lo que eran la todopoderosa Democracia Cristiana, el exquisito Partido Socialista Italiano, el extravagante Partido Radical, el avasallador Partido Comunista Italiano y otros varios, marcharon al desván de la historia; peor aún, a la cloaca de los anales del tiempo. Pues que se tienen las ropas, porque los equivalentes españoles llevan un camino parecido. (Aunque, eso sí, la moraleja es triste, ya que lo que vino después de todos esos partidos corruptos fue ni más ni menos que Berlusconi) (Con lo que uno termina por pensar que el asunto no tiene arreglo).












JJJ | Sábado, 08 de Junio de 2013 a las 13:21:38 horas
Yo cada vez lo tengo más claro, señor Balsa, en zapatillas no compro Nike y en política sólo compraré al partido Escaños en Blanco mientras esto no cambie. Ahora mismo es la única opción ciudadana que cumple la legislación vigente y que consigue reducir el número de políticos que viven a nuestra costa.
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