LA CORTINA DE HUMO (TRANSPARENTE)



 
  
Lo mismo somos muy descontentadizos. Lo mismo. Tal vez, nunca estamos conformes. Tal vez. Pero igual no somos nosotros. Igual son ellos. Igual es que nos toman por tontos. Aunque también es muy posible que nos tomen por tontos porque realmente somos tontos ¿De qué hablo? Por supuesto, hablo del ayuntamiento.

No hace falta ser un observador muy fino ni muy agudo ni muy susceptible para darse cuenta de la táctica tan roñosa que ha comenzado a utilizar el gobierno municipal. Desde que los juzgados intentan empapelar a Lorenzo (con dos manos) y a Eva (con una), parece que Evalorenzo se han dado cuenta que estaban gobernando un ayuntamiento y que gobernar un ayuntamiento era algo más que firmar una nómina y contabilizar unas dietas. Hasta entonces diríamos que se habían dedicado a posar para las fotografías oficiales (en muchas ocasiones, sí, cierto, retocadas). Durante los muchos años que llevan manejando el municipio, Evalorenzo han mostrado, normalmente, la sensibilidad social del consejero delegado de un banco español. O sea, escasa.

Pero de repente, como por un ensalmo, como si Merlín el encantador hubiera cambiado Camelot por el Castillo de Luna y les hubiera lanzado un sortilegio, Evalorenzo han desarrollado una sensibilidad que no tenemos nada más que pedir. Desde que los juzgados les han echado el ojo raro es el día en que no nos salen con alguna propuesta social, y aunque algunas son bastante huecas, cabe preguntarse qué habían estado esperando. ¿Hace seis meses no había crisis ni ciudadanos con problemas? ¿Ha tenido que venir un juez amenazándolos con otro asunto para que se les abrieran los ojos?

En realidad, no sé cuál de las dos cosas los radiografía mejor. La inactividad de antes o la desaforada actividad de ahora (corrijamos: desaforada emisión de notas de prensa, que veremos si efectivamente se concretan en algo real). No sé cuál de las dos actitudes es más inmoral: la del despilfarro de banquetes, sueldos, dietas y comisiones municipales de antes, o la de cara de pena que ponen ahora en todas las fotografías. Cada cual elija.

Pero hay algo claro. La situación actual tiene algo bueno. Estamos tan hartos de politiqueos baratos, tan cabreados, tan pasados de pantomimas; nos la soplan tanto los apaños, nos irritan tanto las composturas y los paripés que ya no tragamos. No.

Si el ayuntamiento se decide ahora a actuar socialmente, en buena hora, más vale tarde que nunca y algo positivo terminará saliendo. Pero que no se hagan ilusiones: no les vamos a dejar que se pongan ni una puñetera medalla. Ni un maldito pin. Ni un diminuto alfiler.

Y casi mejor así: terminaremos por creer que éstos sólo trabajan cuando les amenazan con el talego.