LA HUELGA PERFECTA


  
  
 

En algún sitio he leído que la primera huelga de que se tiene noticia tuvo lugar en el tiempo de los faraones egipcios. Si no recuerdo mal, el hecho fue bastante característico: unos trabajadores que construían un templo o algo por el estilo (porque, evidentemente, los egipcios no edificaban palacios de congresos y exposiciones), y que no recibían suficientes alimentos para subsistir. El faraón, tras ciertos titubeos y después de que los albañiles amenazaran con meterle fuego a lo ya construido y con hacer kebabs con los capataces, terminaba accediendo a las reivindicaciones laborales. Por supuesto, entonces no había sindicatos, y los huelguistas corrían peligro de perder no el salario de los días sin faena, sino la cabeza.

La gracia de las huelgas es la de presionar a quien tiene el poder de decisión sin que el que la realice se perjudique demasiado a sí mismo. Quiero decir, las huelgas de hambre acostumbran a ser efectivas, pero los resultados no suelen disfrutarlos quienes las protagonizan, que acaban muertos, precisamente de hambre (salvo si son descendientes del mahatma Gandhi).

Esta semana pasada los alumnos de bachillerato se pusieron en huelga. Uno de los padres me comentaba en una reunión: “esta huelga no vale para nada, ¿verdad?”, momento en el que me di cuenta de que, ¡cielos!, no sólo sí que valía para algo, sino que se trataba de la huelga perfecta.

No lo digo por decir. Probablemente, una huelga continuada y masiva de los estudiantes del último año de bachillerato resultaría por un lado imparable, y por otro no provocaría daños graves a casi nadie (ya que, como explico, es inviable que se alargue demasiado).

Sencillamente, sería el tipo de piedrecilla que colocamos en un engranaje y que impide que la maquinaria funcione. (En realidad, mandaría la maquinaria completa a tomar por saco.) ¿Qué ocurriría con la selectividad? ¿Suspenderían a todos los estudiantes de España? ¿Se correría el riesgo de un primer año universitario en blanco? ¿Repetirían todos los chicos curso? ¿Se masificarían los institutos el año siguiente hasta niveles insoportables? ¿El mundo entero manga por hombro y la casa hecha unos zorros?

Un imposible detrás de otro. Ningún gobierno sería capaz de soportar una presión semejante. No way. De forma que, por sorprendente que pueda parecer, adolescentes imberbes o recién barbados tienen el mango de una sartén, que puede que no sea la única, pero sí de las más poderosas del actual mercado de sartenes. No es casualidad que la mayoría de las revoluciones de los últimos cien años hayan sido encabezadas precisamente por los estudiantes.

¿Y qué han pedido los estudiantes durante la huelga de esta semana?
Han pedido el fin de los recortes. (Creo que se entiende).