Idas y salidas
El nuevo curso se inicia con múltiples incertidumbres. La primera noticia, si dejamos aparte la manifestación del 11 de septiembre de la que ya se habló, era absolutamente sorpresiva por inesperada. Doña Esperanza Aguirre, de forma voluntaria, y no seré yo quien dude de sus palabras, abandona la política desde uno de los más altos pedestales a que un político español puede aspirar, pues no sólo era la presidenta de la Comunidad de Madrid y la lideresa del Partido Popular en ésta, sino que además era la máxima representante de la línea más conservadora y fundamentalista del Partido Popular, de quienes muchos de sus miembros, descontentos con la actuación del presidente del Gobierno, veían en ella a su principal adalid, alternativa inequívoca a éste. No seré yo quien cante sus virtudes porque se marche, sigo pensando lo mismo de ella, por supuesto que acepto su decisión que me parece respetable.
En cambio, el posiblemente mejor escritor de la época, Don Mario Vargas Llosa, hace poco tiempo confesado “rosadiezista”, dando una vuelta más a sus cambios de chaqueta, se sigue desacreditando lanzando un panegírico alabando las excelencias de Doña “Espe” y contándonos (que viene de cuento) que con ella en el gobierno de la nación España habría sido una balsa de aceite, “con Esperanza Aguirre al frente del gobierno jamás se hubiera hundido España en la crisis que hoy padece”. ¡Qué bajo ha caído! Pero que no se crea que por ello, gente como yo, vayamos a dejar de leer sus novelas.
Volviendo a la otra cara de la moneda popular resulta curioso que el Sr. Rajoy vaya a la ONU a defender la Alianza de Civilizaciones, sobre la que tantas críticas vertió y tantos chistes hizo cuando Zapatero defendió la idea, e incluso creo que hablará de los logros de España en desarrollo sostenible, igual también debería hablar de aquel primo suyo catedrático que le hablaba de que el calentamiento global no era problema. Pero no nos vamos a asombrar pues la prima de riesgo se llamaba Zapatero, si subir el IVA era lo más perjudicial para la economía, además de insolidaria, injusta contraproducente e ineficaz,“que iba a subir el IVA de sus chuches a los niños”... No es cuestión de recordar pues sería aburrido. O sea, que como el fin justifica los medios, no importa defender la política socialista con tal de conseguir un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. A eso se le llama vender el alma al diablo.
Mientras tanto en varias capitales españolas, siguiendo el llamamiento dividido de parte del 15-M, la ciudadanía ha salido a la calle para darle un tirón de orejas a la clase política. Mientras que en Sevilla no se produjeron incidentes, en Madrid el Sr. Ministro Fernández Díaz no se ha cortado un pelo en machacar las manifestaciones pacíficas con sus tropas de élite, como consecuencia de ello varios ciudadanos han tenido que ser ingresados en hospitales, uno de ellos en estado grave.
Entre tanto en nuestro pueblo, entre subidas de impuestos, ¡Qué salvajada el aumento del 13 por ciento del IBI!; las reividicaciones que no cesan, la última CAV; la compra de la casa que fue el Museo Personal de la Familia Ruiz-Mateos, a pesar del rechazo popular; Rota se ve cada día más dejada, más descuidada, más abandonada. ¡Qué futuro!
Manuel García Mata

































Alberto Niño | Viernes, 05 de Octubre de 2012 a las 22:12:43 horas
Lagarto, que no me da la gana de tirar del carro, cuando en el carro van montados los que nos han creado la crisis y nos imponen recortes. Y AABB: mira los datos, mira las deudas... como dice Anguita, son imposibles de pagar. Y sinceramente, después de haber leído a tantos políticos y expertos, el único que desde hace 20 años no se ha equivocado en lo que decía era Anguita, con lo cual le doy mi voto de confianza. Y aún así, mirando por otro lado, es que no hay alternativa. La deuda no se puede pagar, y si se paga, será a costa de un país devastado. Y no me da la gana de arrimar el hombro para que 40.000 millones del Estado vayan a pagar a cuatro banqueros alemanes que han hecho que el precio de los pisos esté tan caro, que ahora no pueda comprarme ni alquilarme una casa.
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