Cuando el desconcierto se adueña de quienes tienen que dirigir una nación, todo lo que nos ocurra es previsible. La señora Andrea Fabra, hija del personaje más siniestro de la política española, con su imperdonable salida de tono, ¡Qué se jodan!, ejercida contra la gran parte de la sociedad que sufre los atropellos que el gobierno de su partido ha perpetrado, ha mostrado que les desborda tal crispación que no son capaces de controlar los nervios y, como consecuencia de ello, sueltan por esas boquitas motivos que arman de razones para que la gente se eche a la calle.

Pero la torpeza que preside estas conductas de muchos de los militantes del PP impide que en lugar de pedir disculpas, o que se tomasen las medidas disciplinarias adecuadas, se empecinen en justificar este disparate. O la imcomprensible expresión efusiva de la bancada popular que irrumpe en aplausos, después de que Rajoy acabe de anunciar otra vuelta de tuerca que ahoga aún más a la sufrida ciudadanía. Para acabar de arregararlo, nuestro paisano el sr. Loaiza, presidente de la Diputación Provincial de Cádiz por más señas, se atreve a denigrar a los parados diciendo que éstos no buscan trabajo hasta que ven que se les va a acabar la prestación ¿Es que no hay acaso cinco millones de razones para demostrar lo contrario? ¿O es que es fácil encontrar trabajo, que está ahí y no queremos cogerlo?

Entre las múltiples meteduras de pata que jalonan la política gubernamental se añade la facilidad con que se crean enemigos al pretender justificar sus descabellados recortes, primero con la falta de competitividad de los trabajadores españoles, y ahora, con saña manifiesta, presumen de su inquina contra el funcionariado, argumentando con los tópicos más vergonzosos contra su labor, diciendo que no trabajan lo suficiente, aumentándoles las horas de trabajo, reduciéndoles el sueldo, y poniendo a una parte sustancial del colectivo en el paro. Otra de las razones esgrimidas es el excesivo número de funcionarios; se demuestra con datos que sí es cierto en el caso de Alemania, pero en cambio hay menos que en Francia, Gran Bretaña, Finlandia, Holanda o Italia, que España se sitúa hacia el medio de la tabla ¿Más mentiras?

Pero aparte de mentirosos, insidiosos e irrespetuosos, también nos dan ejemplo de su cinismo y su demagogia. En referencia a la paga de Navidad que suprimen al funcionariado, dicen que ellos renuncian, cuando en realidad no la cobran. Hablando de la reducción de concejales, que anuncian a bombo y platillo, no explican que cuantos menos concejales haya mayor es el porcentaje que controlan los partidos mayoritarios. Si quieren ahorrar en este apartado no tienen más que quitar todos los cargos de confianza, que si son tan necesarios, que salgan estos como concejales y no los inútiles que necesitan a otros para que solucionen los problemas.

Estamos esperando las medidas que potencien el empleo. Después de siete meses todavía no hemos visto más que crecer las cifras del paro. Ahora reducen a las empresas un 1% de las cotizaciones a la Seguridad Social, y otro punto más para el año próximo, pero a todos por igual. Pero no dando mejores condiciones a quienes consigan crear puestos de trabajo y negándoselo a quien despida. Mientras la subida del IVA, aparte de afectar a toda la ciudadanía, ahoga aún más a autónomos y pequeños empresarios que son tradicionalmente quienes más trabajo generan en este país.

Otra “cosita” curiosa, y aquí ampliaremos el abanico, resulta esperpéntico que mientras en Rota, PP y RRUU claman contra la supresión de la Mancomunidad del Bajo Guadalquivir, aplaudida por PSOE e IU; a nivel nacional el Gobierno del PP promueve la eliminación de Mancomunidades con la oposición del PSOE.

Eso sí, a pesar de los “hachazos” la vida sigue igual: la bolsa sigue para abajo y la “prima” para arriba. Ya el FMI advierte que el crecimiento pronosticado del 0,1% para el año próximo por el gobierno, se pasa al o,6% pero de recesión.

¿Para cuándo el pago del IBI a la Iglesia? ¿Para cuándo aumentar la tributación de las SICAV que ahora está en el 2%? ¿Para cuándo el impuesto a las grandes fortunas? No sé como se me ocurre pedir esto a quienes promulgan la amnistía al fraude y a la evasión de capitales.

Da la impresión, y a las pruebas me remito, que la calle empieza a pedir otro tipo de política. ¿Estaremos a tiempo?



Manuel García Mata