Calle Charco, con Antonio Franco
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EL ORGULLO DEMOCRÁTICO
Comparaba Luis García Montero en la charla que conferenció la pasada semana en el salón de nuestra Torre de la Merced, nuestro tiempo político actual con el de la época de la Restauración, en el sentido del descuadre entre la España oficial y la España real, entre los políticos y la ciudadanía.
Hablamos de ese período de nuestra Historia que va de 1874 a 1923, aproximadamente. Ese tiempo en que, fracasada la 1ª República, se restaura la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII y en la que los dos partidos políticos dominantes, el Conservador y el Liberal, se alternan en el Poder Político. Hablamos de una España con un índice de analfabetización bastante elevado, en la que el Pueblo está totalmente desconectado de la vida pública y el estamento político bastante alejado de la vida real.
Decía el ilustre profesor que, en la actualidad política española, también se da esa alternancia. El Partido Popular “destronó” al PSOE en las últimas elecciones nacionales ante el descontento de la ciudadanía con este último por la forma de afrontar la crisis. Pero pese a la mayoría absoluta lograda en las urnas, el PP sólo contó con el 30% del total del electorado. Por su parte, el partido socialista “espera pacientemente” a que, en la próxima convocatoria electoral, las urnas le devuelvan el triunfo para dirigir los destinos de España ante el descontento causado por el PP. Es decir, no hay corresponsabilidad entre la Política y la voluntad ciudadana. Ello, por supuesto, no deslegitima la victoria electoral del PP.
Pero la España de hoy no es la España de finales del XIX y principios del XX. Hoy, a pesar de la “domesticación” de una parte numerosa de nuestra sociedad, el índice de conocimientos es muy diferente al de nuestros tatarabuelos. Por eso, ante esa separación entre la España oficial y la España real surgen movimientos como el del 15 M.
Comentaba Luis García Montero que, de todas formas, ese movimiento de “indignados” debería canalizarse hacia una “forma política”. Coincido con él y, además, fue tema del análisis que llevé a cabo a raíz del primer aniversario del 15 M, por lo que lo dejo ahí.
Nos plantamos en nuestra crisis actual y en la forma y las medidas para atajarla.
Es rara la semana que no nos enteramos de nuevos recortes, de nuevos ajustes, de nuevas medidas…para “ganar la batalla a la crisis”.
Desde el primer momento quedó claro que esta crisis económica tenía un apellido disimulado. Se trataba de una crisis financiera, pero los poderes económicos (que manejan y controlan el Poder Político) no acababan de destaparlo del todo. Las consecuencias se iban palpando cada día. El paro aumentaba de una manera incontrolada a unas cifras desconocidas en nuestro país, pese a ser, como somos, un país con una cifra estructural de número de parados bastante alta (en los períodos de alza económico las cifras del paro no bajan del 10% en España). Se imponía una Política de recortes y ajustes y, con estas medidas, se culpabilizaba a la ciudadanía de la situación creada. Como la cosa va por sectores y cada uno se acuerda de Santa Bárbara sólo cuando truena, la ciudadanía en general se comportaba como mero receptor de los mensajes.
Pero la pólvora se va extendiendo y las distintas santabárbaras comienzan a estallar. Los ajustes afectan ya a todos, las medidas salpican a todos, los recortes, cual efecto dominó, alteran la vida económica de todos.
Hasta ahora, teníamos entendido por parte de los responsables del Gobierno, todos estos planes de ajustes se habían puesto en marcha para “salvar el estado del bienestar”. Si es así, habría que pensar que se trata sólo de medidas transitorias. Una vez fuera de este atolladero las cosas volverán a ser lo que fueron. Pero me da que va a ser que no.
En realidad, hemos ido descubriendo, aunque ya se sabía desde el principio y negar la realidad era mirar para otro lado hasta que Santa Bárbara nos despertó, que todas estas medidas se han tomado para salvar el agresivo sistema económico que han forjado a lo largo de las últimas décadas y que empieza a fallarles. Se trata, no de salvarnos, si no de salvar a la Banca, a los poderes económicos, que se han lucrado a costa del ciudadano de a pie.
Y la ciudadanía se siente aislada, perdida, no representada…por los partidos políticos, ante el espectáculo de fuegos artificiales al que está asistiendo.
Para bajar del pedestal de la España oficial al suelo de la España real, los partidos políticos tendrían que ser francos con el Pueblo que los sustentan. Se podría empezar por reconocer los errores del sistema neoliberal que nos han llevado a esta situación. Se podría seguir por, en un ejercicio pedagógico, explicar al Pueblo que las medidas tomadas van a ser coyunturales y que la Economía está supeditada a la ciudadanía y no al contrario. Además, sería deseable, que el poder político (ya sea de derecha o de izquierda) se rebelara contra el poder económico y se impusiera a él. El PP no puede asfixiar más a los españoles según las consignas de Bruselas. El PP tiene que defender, en las Cumbres Políticas, a la ciudadanía española y no intentar salvar el culo a los poderes económicos.
No se puede seguir con recortes y medidas que, por otra parte, no están solucionando nada. El equipo económico que está diseñando toda estrategia anda perdido. El aumento de la tasa de impuestos, el recorte de salario a los funcionarios, el ajuste en la inversión pública…hasta ahora sólo ha ocasionado más paro y una considerable bajada del consumo. No pretenderán que la ciudadanía gaste alegremente ante semejantes medidas.
¿Se corresponden estas Políticas oficiales a las necesidades de la España real? O, en otras palabras, ¿van a permitir estas medidas el mantenimiento del estado del bienestar o lo van a recortar de por vida? ¿A quién quieren salvar los gobiernos?
Las respuestas a estas cuestiones serían un ejercicio verdaderamente democrático. Aunque a la Democracia parece que la han secuestrado, o que somos nosotros los que hemos perdido el orgullo democrático.
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCÍA












TONTO PERO NO CORRUPTO | Jueves, 19 de Julio de 2012 a las 16:27:35 horas
Dicen que el insulto es el argumento de los que no tienen argumentos. Parece que en el PSOE el insulto oficial debe ser TONTO porque también lo usó el Cirrito y la Malva y ahora JM, todos ellos grandes defensores de un partido lleno de imputados por corrupción. Y es que cuando no se puede justificar tanta corrupción el único recurso es el insulto y asi nos fue con el PSOE.
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