La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud de Rota vuelve a poner en marcha este año una nueva edición del Programa de Acogida Temporal de niños bielorrusos a través del cual, varias familias roteñas acogen durante el período estival a estos menores con el fin de proporcionarles una mejor atención sanitaria que después se ve reflejada en un aumento de su esperanza de vida.

Este es el sexto año consecutivo que los niños bielorrusos pasan su verano en la localidad, concretamente, llegará el próximo jueves 21 de junio y se marcharán el 7 de agosto. Unos 40 días en los que estos jóvenes procedentes de Bielorrusia tienen la oportunidad de estar atendidos gracias a la solidaridad de familias roteñas que abren las puertas de sus casas para permitir que durante algo más de mes y medio eliminen gran parte de la radioactividad que tienen sus cuerpos debido al desastre nuclear de Chernobil. Está científicamente demostrado las consecuencias positivas que tiene este período de alejamiento de la zona radioactiva en estos niños, por ello, desde la Hermandad de la Salud apuestan por mantener este programa de acogida. 

Una iniciativa que solo es posible gracias a la respuesta de las familias que desde hace seis años se comprometieron a acoger a estos niños bielorrusos a los que muchos consideran como parte del núcleo familiar. Por eso, desde la hermandad han querido agradecer públicamente a todas las personas y entidades que colaboran para que cada verano, la llegada de los niños sea una realidad.

En esta ocasión, son siete bielorrusos los que pasarán parte del verano en Rota, uno menos que el año pasado. Estos niños, que llegarán a distintos puntos de Andalucía durante las próximas semanas, están afectados por el  accidente nuclear ocurrido en Chernóbil en el año 1986 en el que un fallo en un reactor nuclear provocó que parte del combustible nuclear se liberara a la atmósfera provocando una nube radiactiva que afectó a parte de Europa. Dicha nube terminó asentándose en un 30 por ciento sobre Ucrania y en un 70 por ciento sobre territorio bielorruso. A partir de entonces, enfermedades degenerativas del tipo cáncer y leucemia comenzaron a ser un azote para toda la población. Por ello, se puso en marcha este programa destinado a mejorar la calidad de vida de los niños afectados por el desastre nuclear.