Si hay algo que nos produzca más desazón, más desasosiego, más inquietud que la horrorosa crisis que estamos padeciendo es, sin duda, saber cuándo va a terminar; pero parece que cada día que pasa se generan nuevas razones para demostrar que esto puede empeorar y que no tocamos fondo por muy profundo que caigamos. Es en este clima de desesperanza, es cuando se anhela el mínimo rayito de luz que nos ilumine en estas tinieblas en las que nos encontramos; pero no aparece por ningún lado y ¡mira que buscamos!.

Ante situaciones como la que vivimos la gente espera que alguien, como hizo Churchill en los peores momentos de la 2ª Guerra Mundial cuando más sufría la Gran Bretaña, que nos hable con claridad, que nos diga la verdad y que nos quite todas las fantasías absurdas de soluciones rápidas que lo único que crean es más insatisfacción y más sufrimiento.

Pero ¿qué podemos esperar nosotros? Tenemos un rey que vive cómodamente y se relaja de forma solapada matando animales, a pesar de ser presidente honorario de WWF España, y cuando se descubre se justifica como una criatura pillada en una travesura “Lo siento. Ya no lo vuelvo a hacer más”, incapaz de celebrar sus Bodas de Oro, así serán las relaciones que mantiene con la Reina. Ella, que forma parte del Club Bildelberg, esa gente que controla los hilos de la política mundial, mientras el país del que es reina está como está y el suyo de origen, Grecia, ¡que vamos a decir! Del resto de la familia ya se encargan ellos mismos de no diferenciarse mucho del padre. ¡Como para confiar!.

Tenemos un gobierno totalmente perdido. Ya se le empiezan a acabar las justificaciones con la herencia recibida; el último gran agujero de las autonomías se debe a Valencia, donde hace años que su partido gobierna con mayoría absoluta. Además son tales los vaivenes que vamos a entender el porqué del desgobierno de Zapatero; pues si éste era una veleta , el gobierno de Rajoy parece una ruleta porque sólo se rige por el azar, aunque pensándolo mejor, yo creo que es una ruleta cargada movida por las manos tramposas del croupier, que sin duda son los banqueros de este país. Y si no, ¿cómo explican que se esté sacrificando la Educación y la Sanidad, con otros pilares del estado del bienestar, para que los ahorros de esta salvajada 19.000 millones de euros, vuelen en el saneamiento de un banco, Bankia? Un banco gestionado por otra de las lumbreras del PP, que como director del FMI fue incapaz de prever la crisis que ya había economistas hartos de anunciar, y que ahora se va con una indemnización astronómica por hacerlo tan malamente. El Sr. Presidente nos dice que lo tendrán que devolver, pero el nuevo director de Bankia, que ya estaba allí y parece que tiene bastante más idea, dice que no tienen que devolver nada. Por otra parte, del único director de Banco del que me fío es de Mario Fernández, uno que suele decir la verdad, aunque nos duela oírlo cuando declara que “Salvo un americano que quiere montar una especie de casa de putas en Madrid, nadie va a crear puestos de trabajo”

Pero si la monarquía, ni el Gobierno, ni la Empresa Privada que no va a crear trabajo (la pública se contentará con no perder muchos más), nos generan confianza; ¿en quién depositar la esperanza? Lo podemos hacer en la justicia, (la última vez que saqué el tema el personal se animó a darme caña): pues sí, el Presidente del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, o sea, el número 1 de la Justicia Española, se gasta a manos llenas los euros de los contribuyentes en Marbella, 6.000 euros en una habitación y varias cenas durante seis fines de semana, y luego, basándose en una ley, curiosa por cierto, se niega a dar explicaciones al resto de los miembros del Órgano en cuestión, pues se gaste lo que se gaste no tiene por qué hacerlo. Para qué más detalles.

Mientras todas las instituciones se exhiben sin ningún pudor manchadas de ineficacia, irresponsabilidad y deshonor, los últimos ataques, a los que se suma también nuestro reciente gobierno de la Junta de Andalucía, se ensañan con la Sanidad Pública, auténtica joya envidia de la mayoría de los estados del mundo, y con la Educación Publica, donde uno de los colectivos más esforzados, más entregado a su trabajo, a pesar de tener que cargar con la incomprensión de las distintas administraciones, y de una considerable parte de las familias y del resto de la sociedad, sigue dejándose hasta el último aliento, cada quien con su forma personal de actuar, pero con un mérito del que sería muy difícil excluir a nadie, por conseguir ciudadanos con una formación superior a la que se podría esperar de tanta injusticia.

Éste es nuestro país y ésta es nuestra crisis: a ver si con la presentación que les acabo de hacer empiezan a conocerse y mejora la relación.


Manuel García Mata