Calle Charco, con Antonio Franco
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UN AÑO DESPUÉS
Hace casi un año comenté en un artículo, en este mismo medio, las impresiones sobre el Movimiento de los indignados, conocido en nuestro país como el 15 M. Titulé aquel artículo “Algo está cambiando”.
Ese movimiento, imparable (no se puede poner puertas y ventanas a los nuevos medios de comunicación) era como una bocanada de aire fresco. Frente a la pasividad ciudadana, frente a la protesta tabernera, frente a la resignación, los ciudadanos de este país se movilizaban para pedir una democracia real, sincera, verdadera, social…
La pasada semana asistimos al primer aniversario de ese movimiento popular.
Algunos analistas políticos han querido ver una corresponsabilidad con la denominada “primavera árabe”. Discrepo de esta idea.
Mientras las movilizaciones de la denominada “primavera árabe” han cambiado sistemas políticos y gobiernos, dictadores por representaciones políticas, aquí no ha ocurrido lo mismo. La ciudadanía de los países árabes tenía claro cual era el enemigo a derrotar. Las dictaduras corruptas afianzadas en el poder desde décadas no pudieron detener el movimiento que se le venía encima. Tengo claro que esta apreciación es muy simplista. No se me escapa que detrás de todos estos movimientos pueden existir motivaciones de los poderes económicos por controlar la zona y que han podido alimentar todas estas movilizaciones. Hay que recordar, con pesadumbre, que algunas acabaron en guerras civiles.
Pero volvamos al primer aniversario del movimiento de los indignados.
Las concentraciones han sido numerosas. El movimiento sigue vivo. Pero, me pregunto por sus efectos. Un año después la situación para la ciudadanía no ha mejorado lo más mínimo. Es más, se puede decir abiertamente que estamos peor. Se ha aprobado una Reforma Laboral aún más sangrante para la clase trabajadora; el paro ha seguido aumentando; se han recortado derechos sociales conseguidos durante décadas de lucha; hasta la libertad de manifestación tiene horarios preestablecidos.
Lo único que ha cambiado en estos meses es el color del Gobierno. Si en aquel nacimiento del 15 M, el PSOE ostentaba el Gobierno de la Nación, ahora es el PP el que lo ejerce.
Cuando observo el dinamismo, las concentraciones multitudinarias, las energías desplegadas, por esa masa social…me pregunto para qué ha servido, para qué sirven.
En la “primavera árabe”, las movilizaciones tenían un “enemigo” tangible. Se trataba de derrocar al dictador.
En el movimiento de los indignados el “dictador” está disfrazado, camuflado. El Poder Económico se disfraza de Democracia. Los partidos políticos representan las opciones a elegir. El nuevo movimiento surgido en el florido mayo del 2.011 parte de la premisa de que los partidos políticos no les representan. Exigen y relaman mayor participación ciudadana en la Política. También más transparencia. Pero todo ello desde la abstención. La abstención como arma arrojadiza, como nota discordante.
Y el neoliberalismo, disfrazado de Democracia, “se ríe”. A los poderes económicos, que controlan el Poder Político, no les preocupa que miles de ciudadanos ocupen las plazas de las grandes ciudades, porque esas manifestaciones les sirven a Ellos para demostrar que son demócratas. A la vista está. A las primeras elecciones que siguieron a este movimiento ciudadano, el Partido Popular, que representa la cruz en la moneda de neoliberalismo económico, se hizo con el triunfo electoral por una amplía mayoría. O sea, con un respaldo de la ciudadanía que fue a votar.
No se trata de ninguna crítica al movimiento del 15 M, sólo es un análisis que cualquiera me podrá rebatir.
No se puede negar que desde las asambleas de barrios que siguieron la estela de los indignados algo consiguieron. A nadie se le escapa el paro de algunos desahucios por impago de hipotecas. Pueden haber conseguido otros logros, es innegable. Pero el núcleo de la lucha, visto lo visto, no ha avanzado. Se trata de “hacer camino al andar”, y es loable este espíritu. Pero, en estos últimos doce meses, en nuestro país, el paro ha seguido aumentando, se recortan derechos en la sanidad y en la educación públicas, siguen los desahucios, se criminaliza la oposición pasiva (hasta a Gandhi, premio Nóbel de la Paz llevarían esta gente a la cárcel)…mientras nos enteramos que ayudan a las entidades bancarias con problemas casi en la misma proporción que recortan y ajustan el estado del bienestar.
Es bueno, es normal, yo diría que ya era hora, de que la gente se levante. Pero si no se canaliza toda esa energía desplegada, si no se encausa todas las manifestaciones hacía un objetivo político, todos aquellos rostros que colocamos a los defensores del neoliberalismo económico se seguirán mofando desde sus poltronas de poder.
Que no están de acuerdo con las opciones políticas representadas: que creen un nuevo partido político para cambiar la situación.
En las últimas elecciones se presentaba un partido político con el nombre de Escaño en Blanco. Pongámonos en el supuesto que la ciudadanía, con una mayoría abrumadora, hubiese votado esta opción política. La inmensa mayoría del Congreso de los Diputados con los sillones vacíos. ¿Quién Gobierna? ¿Quién toma las decisiones? ¿Un militar exaltado? ¿Tiene sentido una opción política con ese fondo?
Desde aquí, chapó al movimiento 15 M por lo que significa frente a la resignación. Otra cosa son los resultados obtenidos.
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCÍA












Curioso, Salud | Viernes, 25 de Mayo de 2012 a las 17:19:24 horas
Yo soy de la opinión de que todas las propuestas son legítimas y se pueden y deben debatir. Y siempre habrá algunas que gusten más y otras que gusten menos, o simplemente no gusten. Ya me posicioné y dije en su momento que no le veía sentido a la propuesta de EB porque los ciudadanos necesitan propuestas de gobierno para cambiar la situación social y la de EB no la veo en esa dirección. También decía que no tenía sentido presentarse a unas elecciones para luego no hacer nada, puesto que si no se ocupa el escaño no se pueden hacer las leyes para cambiar. Y también decía que es un absurdo decir que estamos en contra de la situación social y nos presentamos pero si nos dan los ciudadanos la oportunidad no haremos nada. Porque se puede ocupar el escaño y renunciar al sueldo, las dietas, el Ipad, etec, etec, ¿por qué renunciar también a la oportunidad de cambiar la sociedad? Por qué renunciar a enjuiciar a los verdaderos responsables de este crisis que ahoga a tanta familias?. Cuando algo no funciona hay que presentar alternativas, con decir que los demás son malísimos no se solucionan los problemas. Y sigo creyendo y estoy convencido que dejar los escaños en blanco no es la solución. Podría serlo cuando son pocos, con una mayoría absoluta será peor el remedio que la enfermedad. Salud.
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