Con motivo de la reciente celebración de la Cabalgata de Reyes Magos quería dar a conocer en este espacio de opinión mis reflexiones sobre lo que considero un progresivo deterioro de este entrañable y tradicional momento. Y no me estoy refiriendo a cuestiones de organización, sino al comportamiento incívico y/o inadecuado de los asistentes y participantes en la misma. Pido disculpas por anticipado si alguien se ofende. Se trata únicamente de una reflexión personal.

Comparto muchas de las opiniones que leo en la sección de comentarios de la noticia publicada en este medio informativo. Al final la premisa básica es el respeto, y desgraciadamente de eso cada vez hay menos. Llevo varios años observando el deterioro progresivo del comportamiento de muchas personas durante la Cabalgata (de todas las edades, lo que pasa es que quizás a los adolescentes y veinteañeros, por ir en grupos amplios y ser más ruidosos se les nota mas). Pero este año ha sido el primero que he visto la Cabalgata de Reyes como padre (de un chiquitín de dos años) y lo he pasado bastante mal en algunos momentos, especialmente cuando pasaban juguetes cerca y hordas de personas adultas se lanzaban salvajes hacia ellos. ¡Ojo! Muchos no saltaban para intentar cogerlos, se tiraban horizontalmente y/o sobre los hombros de otras personas, y hacia los lados sin fijarse en los pequeños que estaban cerca y el daño que podían ocasionarle (yo personalmente tuve que reaccionar casi como un portero de fútbol para despejar a empujones a chavales mayores de edad que se tiraron encima de mi hijo).

Siento si algún lector se siente ofendido, pero considero que el ejemplo que nuestros hijos reciben durante la Cabalgata de parte de algunos mayores deja mucho que desear. Eso sin profundizar en el  "entrañable" "negro hijo de... tírame un balón" que se escucha en numerosas ocasiones durante la tarde.

Es una teoría personal pero me da la impresión que el progresivo envilecimiento de la Cabalgata ha aumentado espectacularmente desde que ha crecido el número de juguetes que se lanzan. No estoy de acuerdo con uno de los comentarios a la noticia que decía que esta situación "ha existido siempre y existirá", porque el masivo lanzamiento de juguetes es algo de hace pocos años. Antes la Cabalgata era de caramelos, y el juguete era la anécdota. Actualmente se ven numerosos grupos de personas que desprecian los caramelos y sólo están a la caza del juguete (llegué a ver grupos de 3-4 personas con más de 20 juguetes cazados).

Tal vez sea impresión mía pero me parece que cada vez hay menos niños pequeños con la habitual bolsa para llenarla de caramelos. En estos momentos de crisis tal vez sería un buen momento  para reducir el número de juguetes y volver a darle el protagonismo a los caramelos... y si no, pues eliminamos directamente los miles de kilos de caramelos.

Una última reflexión: aunque estábamos en la Gran Cabalgata de la Ilusión, precisamente esta Ilusión era lo último que se apreciaba en muchos de los protagonistas "secundarios" de la tarde, especialmente en muchas de las Damas y Sirenas (no todas), que ni se molestaban en sonreir ni en abrir el paquete de las serpentinas para desenrollarlas. Parecía que muchas de ellas, en lugar de estar viviendo una experiencia inolvidable, se "estaban comiendo un marrón pesadísimo".

En fin, espero no haber ofendido a nadie y disculpen la extensión.


Antonio J. Pizarro Méndez