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Sábado, 24 de Diciembre de 2011

Calle Charco, con Antonio Franco

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LA CODICIA DE LOS PODEROSOS


 
 
 
Resulta lamentable en los tiempos que corren, en este Mundo sometido a una profunda crisis por mor de la codicia de un puñado de poderosos, que surjan noticias que pongan sobre la mesa que la codicia sigue presente.

Es triste, porque ciertamente produce tristeza además de rabia, que, mientras que casi cinco millones de españoles no pueden ejercer el derecho constitucional reconocido de acceso al trabajo, unos pocos se estén lucrando y/o enriqueciéndose en medio de tanta desgracia.
Dicen que en el lenguaje mandarín (el que hablan los chinos, vamos) la palabra crisis tiene, además del significado por el que todos la reconocemos, el concepto de oportunidad. Lo había oído anteriormente, pero ahora lo comprendo. La crisis es la oportunidad para los codiciosos. Es una oportunidad única para que los poderosos deshagan el camino andado por la ciudadanía y aprovechen para recortar derechos adquiridos en décadas a costa del sacrificio de los demás.
 
Ciertos empresarios recuerdan a sus empleados que son unos afortunados por tener trabajo tal y como está la situación. Este mensaje pretende acallar voces y aplacar reivindicaciones. Así, bien manejado, se puede llegar a exigir más horas, (por ejemplo), más esfuerzo, (por ejemplo) y más sacrificios por parte de los asalariados, sin escuchar ninguna queja. Al contrario, sintiéndose agradecidos por el hecho de tener un empleo.
Y es que, todo hace indicar, que la crisis es la oportunidad para ir para atrás nosotros y para enriquecerse más ellos.

La codicia salpica ya, presuntamente de momento, hasta miembros de la nobleza. Aquí ya no resulta adecuado aplicar el término triste. Ahora la calificación puede llegar a ser hasta ofensiva. De momento me quedaré con decir que es una verdadera vergüenza que alguien que no necesita dinero para vivir, ni trabajar para conseguir dinero, que tal vez no sepa usar una tarjeta para acceder al cajero automático, que desconozca el color que tiene los billetes de veinte euros…encima sea capaz de codiciar más. La pregunta que me asalta es ¿para qué quiere más?

A algunos se les acusa de aceptar ridículos regalos a cambio de favores. Sí, ridículos, aunque se trate de trajes caros. Otros, asisten a mansiones a pasar unos días de vacaciones totalmente gratis, cuando se pueden permitir el lujo de pagarlas de sus bolsillos, por algún favor sospechoso de ilegal.

La codicia rompe el saco, comenta la voz popular. Sólo entonces, cuando el saco se rompe, deja ver el alcance de ésta. Pero, ¡ay!, no siempre se descubre el pastel. ¿Cuántos codiciosos y chorizos maleantes de buen ver habrán pasado por este “valle de lágrimas” sin ser
descubiertos?

En un programa de Canal Sur dicen que la respuesta está en la Historia.
Este país nuestro siempre ha sido un país donde ha prevalecido la codicia de los gobernantes, cuando no la incompetencia de reyes y ministros. No, no hemos tenido suerte los españoles en este terreno. A los que han destacado, siempre lo han quitado de en medio, lo han repudiado o lo han tachado de antiespañol. La codicia se ha impuesto por los siglos de los siglos, ante la resignación y pasividad del pueblo.

El sistema neoliberal resulta un buen semillero para el resurgimiento de la codicia. El propio sistema se nutre, se alimenta de ella. Sin la codicia no tiene sentido ni razón de ser. Da igual a quien se lleve por delante. Está creado por y para que los poderosos sigan ambicionando. Nos camelan con el regalo de votar, de elegir a nuestros representantes políticos. En el fondo, la codicia de los poderosos es la que maneja todo el tinglado, de tal forma, que cuando nos venimos a dar cuenta, ya es demasiado tarde.

Me estoy dando cuenta de que, quizás, este artículo está teñido de un color demasiado oscuro. Creo que me he dejado llevar por las noticias del telediario a la hora de sentarme frente al ordenador. Tenía que haberme echado una buena siesta antes. De cualquier forma, tampoco creo haber exagerado mucho en mis apreciaciones. ¿O sí?
También puede ser por la influencia de la llegada del invierno en mi estado de ánimo. Puede ser.
Salud.



                                                                                                           ANTONIO FRANCO GARCÍA

Comentarios (2) Comentar esta noticia
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  • El zorro

    El zorro | Sábado, 24 de Diciembre de 2011 a las 15:47:36 horas

    Pues esta vez, sirva o no de precedente, estoy de acuerdo contigo en la práctica totalidad de tu artículo; principalmente porque lo que casi todo lo que dices es verdad, sin caer ni en extremismos ni en demagogia fácil. Felices fiestas

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  • Cínico

    Cínico | Sábado, 24 de Diciembre de 2011 a las 12:26:11 horas

    Me gusta y estoy de acuerdo Antonio, pero te recuerdo que la codicia y avaricia no sólo la tienen los poderosos,tambien en la clase trabajadora la hay.

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