El Cartero Real
Hace ya muchos días que los Reyes Magos partieron de Oriente encabezando una caravana interminable, repleta de los más variados regalos con los que satisfacer las ilusiones de las niñas y de los niños de todas las edades.
En su larga caminata, separados del 6 de Enero por una inmensidad de territorios, van desgranando los días y acentuando la impaciencia de quienes les esperan.
Pero dejemos a los Reyes en su camino, pues aún les queda que andar. Entre tanto ellos, infinitamente preocupados por llenar las expectativas que despiertan, han previsto enviar a su Cartero Real por estos lugares para que vaya cargando el saco de las esperanzas, recogiendo las cartas que con tanto esmero han preparado las criaturitas.
Y es aquí donde acaba la crónica y empieza la experiencia. El Cartero Real, que goza del don de la ubicuidad que los Reyes Magos le concedieron a imagen y semejanza suya, al igual que en otros lugares se presentó en la guardería (Escuela Infantil) “Peter Pan”.
Allí fue donde por primera vez este Cartero Real sintió la magia de su misión. Por muy increíble que parezca, los nervios se le escapaban por entre los pliegos de sus coloridos ropajes que tan claramente definen al personaje, sentado allí en el improvisado trono. Pero en estas fechas, y con las ilusiones infantiles de por medio, todo tiene fácil solución; la llegada de los niños deshizo todas las dudas y los temores se diluyeron en el ambiente.
Es el momento en que aparecen los protagonistas. Todos ellos tienen el objetivo muy claro: esos ojos tan abiertos, tan salpicados de brillo luminoso que produce la ilusión, se fijan en la última barrera al depósito de sus deseos. El Cartero Real supone el último paso para que sus Majestades de Oriente reciban sus cartas. Pero el personaje les resulta extraño y a las criaturas les asusta su familiaridad; es lógico el recelo ante lo desconocido, y son más los que lloran en la seguridad de los brazos familiares, que quienes desinhibidos se acercan al Cartero, asumen sus preguntas, se sientan en sus rodillas y superando la desconfianza, posan felices para las fotos que servirán de recuerdo para el futuro.
En este tiempo niñas y niños han ofrecido en la escena un espectáculo extraordinario de expresividad. Las limitaciones de su lenguaje, inevitables en edad tan temprana, se compensan con una expresión corporal y un lenguaje gestual tan rico que la comunicación es pura evidencia. Con ello te dicen lo que quieren y lo que sienten, lo que anhelan y lo que temen, lo que ceden y lo que superan, para al final plenos de satisfacción se hacen entender, y el Cartero no puede por menos que dejarse arrastrar por tan emotivo ejercicio de ilusión.
Cumplida ya su tarea, desde haber recogido tanta energía positiva, no puede por menos que dejar expresa en unas líneas esta impresión indeleble que se le ha grabado para siempre.
Por eso no le queda más que agradecer a las niñas y a los niños, a las familias, al colectivo de Peter Pan, con su directora a la cabeza, y a los Reyes Magos tan inolvidable experiencia.
El Cartero Real.
Manuel García Mata

































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