¿DE QUÉ SE RÍEN?


   
 
La mayor parte de las veces, cierta clase de predicciones falla. Me refiero a las del tipo de: “cuando gobiernen éstos, nos vamos a enterar”. Y fallan porque suelen resultar exageradas, y porque luego, quien se sienta en el sillón, casi nunca es tan radical como nos temíamos. Sin embargo, me da en la narizota que Rajoy no nos va decepcionar. Es más, creo que nos va a dejar con la boca abierta. ¡Cómo!  Este hombre, chicos y chicas, va a superar todos los pronósticos.

Todavía no está gobernando y ya dispara. Y desde luego, el tío acaba con el déficit del estado en un pim pam pum. Por ejemplo, que la Seguridad Social cuesta muy cara. Pues se restringe la Seguridad Social. Mismamente a los parados. De momento, en Murcia y en Galicia, paraísos del PP, a los desempleados ya se les quita de forma preventiva la tarjeta sanitaria. Si se ponen malos que se fastidien o que se paguen los médicos, que algún dinerillo tendrán guardado. Se podrá decir que se trata de una medida tirando a miserable. Pudiera ser, y por eso no vamos a discutir. Pero, ¿y lo que nos ahorramos? Eh, ¿y el dinero que dejamos de gastar? Porque, claro está, la medida siguiente va a ser bajar los impuestos a las hermanas Koplowitz, a la duquesa de Alba y a Emilio Botín, y por algún lado hay que compensar. ¿O es que los ricos no tienen derecho también a la solidaridad?

Lo que viene después, según se apunta, va a ser la subida de las tasas universitarias. Pero no un poquito, que eso es de cobardes. Se van a subir un 40 o un 50 por ciento. Con dos pares. Y, por supuesto, el tijeretazo a los funcionarios, que eso nunca está de más. Los pensionistas se van a librar en la primera tirada, para disimular, pero verán en las siguientes, verán. En fin, que todo ese rollo del déficit público para Rajoy es un problema de tipos afeminados, de gente sin valentía, incapaces de aplicar las medidas que los hombres-hombres de la peperidad  no temen poner en marcha. Y es que, cuando a uno le importan un pito ciertas cosas, los problemas no lo son tanto. Como dice Sánchez Dragó, ideólogo estético del PP, “los ricos merecen un premio, y los pobres un castigo fiscal, para que espabilen”. Puede ser, pero, entretanto, miro a todos esos que no son ricos (o sea, la mayoría) y me pregunto: ¿de qué se ríen?.