PILAR GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, LA ESENCIA DEL ARTE A TRAVÉS DEL BAILE FLAMENCO



 

El baile flamenco es una manifestación  muy antigua circunscrita al ámbito andaluz.
Su dilatada trayectoria dividida en cuatro etapas les llevó a vivir cambios sustanciales en distintas manifestaciones artísticas en los escenarios españoles o en los patios de las tabernas de los pueblos. Pero  años más tarde tomaría un nuevo y renovado  giro integrándose en coreografías denominadas ballet flamenco que conviven con el baile tradicional anexionadas a grandes figuras del baile que lo hacen evolucionar artística y técnicamente  difundiéndolo por el mundo. En este contexto se ubica Pilar González Rodríguez, una sevillana que nació en la esquina con calle Bécquer y bautizada en San Lorenzo delante del Gran Poder.

Pilar nació fruto del matrimonio entre Amalia y Domingo, un chicharrero oficial de barcos en  Tenerife que hacía la ruta  desde su tierra natal   hasta Sevilla. Además de Pilar tuvieron otra hija llamada Carmela con la cual convive en su morada.

La infancia de Pilar estuvo marcada por su amor al baile no, no en vano, desde muy pequeña se iba detrás de los organillos que tocaban en la capital sevillana  para cantarle y bailarle.    Realizó estudios de  danza clásica cerca de la casa de Juana Reina  con los maestros legendarios “Realito” donde asistía Lola Flores para aprender a memorizar los pasos y bailar luego a su aire, y el maestro   “Carito”,  que tenía su academia en la calle Feria. Tras sus estudios se  incorpora al ballet de Miguel de los Reyes en la capital del Turia (Valencia) a la edad de   18 años. Allí conoció a su primer esposo, hermano de Miguel de los Reyes con el que se casó por el rito gitano y  de la cual nació su única  hija Maika.

Su presencia en el ballet de Miguel de los Reyes duro cinco años hasta que se creó  el ballet Brisas de España juntamente con Manuel Barranco, actuando en diversas ciudades de Marruecos.

Su presencia en la villa de Rota data del año 1960, cincuenta y una primaveras en nuestra villa aportando su impronta flamenca con la incorporación de una escuela de baile que comenzó con dos alumnos y más tarde aumentaría hasta dejar huella en estos conceptos. Su primer trabajo fue de cajera en el restaurante chino donde conoció a su esposo José.

En aras a su inquietud cultural montó su propia academia y más tarde adquirió el local denominado “El camino” donde actuaban los grupos y se concursaba en baile. En el año 2005 el Excmo. Ayuntamiento de Rota le concedió en el día de la mujer en la Feria de Primavera, su particular Goya como ella nos contab , un premio que le llenó de alegría y satisfacción.

Hoy es una mujer feliz y agradecida por estar entre elegidos integrantes de la  Gala de la Cultura de la villa de Rota, andaluza y bailadora, sencilla y trabajadora es acreedora a este premio  a la danza.

El color del baile flamenco es una muestra plástica de arte jondo que las profesionales del baile y la danza dan a conocer en los escenarios del mundo. Pilar fue esa  gran profesional que disfrutó de las palmas, de momentos enigmáticos donde el arte que atesora era devuelto en aplausos en esos escenarios llenos de flamencología.

Cualquiera que esté medianamente familiarizado con el mundo del flamenco sabe que en él predomina el impulso y manda el corazón que queda sometido a la improvisación, en la danza se produce el perfecto equilibrio de cabeza y corazón discurriendo el sentimiento por cauces de coreografía. Pilar domina ambas facetas siendo un exponente del arte y del baile en la villa de Rota desde la década de los sesenta.

A través de los medios escritos, hoy ocupa un lugar entrañable por su dedicación cultural, por su entrega denodada en la progresión del baile  flamenco en Rota y por su manera de concebir la vida misma. Gracias por tanto esfuerzo y cariño a esta también, tu villa adoptiva.