Calle Charco, con Antonio Franco
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CRÓNICAS Y/O CUENTOS DE UNA VILLA
Los cuentos, como todos sabemos o, al menos, nos debe sonar, suelen comenzar con la conocida frase de “érase una vez…”. Las crónicas no tienen un inicio definido. Pueden empezar como el cronista desee, pues no se trata de ningún cuento, de ninguna novela, ni de ningún acta que pueda reflejar un acontecimiento más o menos oficial. Y si necesariamente tiene un inicio preestablecido, tengo que reconocer que lo ignoro. Además, en el caso en que nos vamos a adentrar, podemos decir que no se trata de una crónica propiamente dicha ni de un cuento. Ustedes sitúenlo donde crean más conveniente. O no lo hagan. En cualquier caso, da igual.
“No se si será un tema determinante para esta crónica situar a nuestra ficticia Villa en un lugar geográfico determinado. Para disipar dudas y curiosidades, sí podemos adelantar que la Villa miraba al mar. No sé si lo veía o no, pues no es lo mismo ver que mirar, pero la Villa, se puede afirmar, miraba al mar.
Cuentan los más viejos del lugar que hubo una época en que la Villa vivió un esplendor desconocido en los alrededores. Pasó del siglo XIX al XX en muy pocos años. La Villa se llenó de foráneos en busca de “El Dorado”, mientras que muchos lugareños desplazaron sus vidas a otros lugares más tranquilos donde seguir manteniendo sus costumbres y sus modos de vida.
La Villa creció demográficamente en poco tiempo y, no tardó en producirse los normales emparejamientos entre forasteros y vecinos.
También el nivel de vida alcanzado durante este periodo fue muy alto, comparado con las villas vecinas. Entiéndase por nivel de vida, el poder adquisitivo, los beneficios por el trabajo realizado y por las empresas que se pusieron en marcha. En aquellos albores económicos no se planteaba el término “calidad de vida”, posiblemente por desconocimiento o por propia iniciativa.
Pero, también cuentan que llegado el siglo XXI, la Villa siguió instalada en el XX. No evolucionó como las villas vecinas; más bien siguió el paso de éstas.
Estas crónicas vienen a narrar ese periodo de la Villa.
En lo que a pareceres políticos se refiere, la Villa se hallaba dividida en varios grupos, aunque predominaban dos bien definidos. No vamos a dividir los grupos dominadores en buenos y malos porque nadie es totalmente bondadoso, ni nadie representa a la maldad personificada. Había, pues y por tanto, buenos y malos en ambos mandos. Tampoco se podría clasificar los bandos políticos en ricos y pobres, pues de las dos clases sociales había también en los dos. Como había ineptos y aptos, inteligentes y menos inteligentes, prepotentes y humildes. Es decir, los dos bandos eran bastantes heterogéneos. Hablaremos, pues, del partido A y del partido B.
Existían otros grupúsculos que intervenían también en la vida pública de la Villa. Eran los partidos C, D y E. En ocasiones aparecían otros que venían a enriquecer la pluralidad. Pero, pasadas las correspondientes elecciones y, una vez situados el A y el B, y algún otro con menor representación, éstos desaparecían de la vida pública. Al menos, lo hacían por un periodo determinado, nunca o casi nunca, para siempre.
Llegados a este punto, ustedes se pueden preguntar en qué se diferenciaban entonces el partido A del partido B.
Para ello, tendríamos que hacer un poco de Historia. El partido A representaba los valores tradicionales de la Villa: las tradiciones religiosas, las festivas, los conceptos económicos, el respeto a la jerarquía,…
El partido B pretendía romper con el pasado y ponía la igualdad por encima de los demás valores.
Como los habitantes de las ficticias crónicas de nuestra Villa, a pesar de la revolución sufrida a la que hemos hecho referencia anteriormente, eran en su mayoría de ideas conservadoras, el partido predominante era el A.
Para conseguir gobernar alguna vez, el partido B tenía que tener mucha mano izquierda y presentaba a sus vecinos unas propuestas de gobierno que no dañaran la sensibilidad de éstos.
Pero, dentro de este sencillo esquema establecido, surgió un líder del partido C, que logró convencer a una mayoría de vecinos de que el único que podía defender los intereses de la Villa de una forma totalmente independiente era él y sus correligionarios.
Su mensaje caló entre sus paisanos. Así, la Villa conoció unos gobernantes de una letra diferente. La idea de diferencial duró poco. En el fondo, el tiempo vino a demostrar que el partido C venía a decir lo mismo que el A, así que, a las elecciones siguientes, las cosas volvieron a su estado natural. El partido A ganó de nuevo las elecciones, el partido B volvió a formar la oposición y el partido C se transformó en una especie de sucursal del A, sobre todo para mantener los privilegios económicos derivados.
Muchos son los sucesos acontecidos durante esta época.
El paso del tiempo siguió escribiendo las crónicas-cuentos de esta Villa”.
No sé si el cronista seguirá divulgando sus vivencias y pareceres. Si acaso me tropiezo algún día con él, se lo preguntaré.
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCIA












Ahorrador Aytorota | Viernes, 04 de Noviembre de 2011 a las 20:34:30 horas
Hoy señor Franco,me he enterado porqué no le interesa destapar lo que cobran sus colegas del PP y RR.UU,quiere en la manera que pueden los de IU, trincar las migajas de las dietas por asistencia a reuniones de los Consejos Rectores,y a las reuniones que les dejan asistir...de todas formas seguiré preguntándole,¡dándole la vara ,vaya!
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