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Sábado, 22 de Octubre de 2011

Calle Charco, con Antonio Franco

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ALGO SE MUEVE

 
  

  

El pasado 15 de octubre, los movimientos de “indignados” del Mundo “se pusieron de acuerdo” para convocar manifestaciones pacíficas en muchas ciudades del planeta para protestar por los abusos de los mercados, exigir una democracia real, reducir las injusticias…

El movimiento de los indignados, en España conocido como movimiento 15-M, está siendo recibido por la sociedad en general con cierto grado de simpatía. Sólo la derecha, sobre todo la derecha española, trata de demonizar la nueva corriente ciudadana. La desprestigia porque, naturalmente, va en contra de los postulados que los conservadores defienden.

Pero coincido con Zygmunt Bauman, sociólogo polaco y premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2.010,  cuando afirma que al movimiento 15-M “le falta pensamiento”. El octogenario Zygmunt opina que el 15-M es emocional. “La emoción-dice-es apta para destruir, pero resulta inepta para construir nada”.

No se confundan, el sr. Bauman no está contra el movimiento del 15-M, sencillamente lo analiza, da su opinión, desde la experiencia que le concede los años y el intelecto.
Coincido con él, ya digo, porque si esta corriente de rebeldía no se materializa en respuestas concretas, en propuestas y soluciones; sino que se va a quedar en la protesta, en el mensaje de la no participación de la ciudadanía en los actos electorales, al final el movimiento se evaporará, se irá diluyendo poco a poco.

Es comprensible que “los indignados” desconfíen de los políticos. Pero no deben desconfiar de la Política, porque sólo a través de la Política se pueden y se deben buscar soluciones a los problemas que plantea la ciudadanía. La respuesta de “los indignados” no debe ser la abstención electoral. A los que han provocado esta crisis les trae sin cuidado que el personal vaya o no vaya a votar a cualquier cita electoral. Lo verdaderamente preocupante para la derechona y para los señores Botines de este país y de este planeta, sería que el personal fuera a votar en masa. Aunque su voto fuera en blanco. ¿Se imaginan? ¿Cómo analizarían un porcentaje de votos blancos del 40%, por ejemplo? Los titulares periodísticos del día después ya se lo pueden imaginar. Tendrían que reflexionar, al menos, sobre ello. Se lo podrían tomar como una advertencia, supongo.

He hecho referencia al voto en blanco porque el movimiento 15-M no aceptaría un líder carismático ya que sus seguidores se complacen en la horizontalidad. No quieren verse reflejados en ninguna sigla política.

Pueden conseguir algunos logros. Pero éstos siempre vendrán de la mano de la complacencia por parte de algunos líderes políticos. Así, si quieren participar en un Pleno municipal, siempre estarán condicionados a la interpretación que de los Reglamentos de Funcionamientos pueda hacer los alcaldes y alcaldesas correspondientes en cada caso.

Sin participar en la vida política activamente, sus reivindicaciones difícilmente serán tenidas en cuenta. La derecha política sólo espera pacientemente que la corriente se disuelva del mismo modo en que ha  aparecido. Los poderes económicos ni se inmutan. Si no se producen cambios sensibles en el panorama político, hábilmente diseñado (ya sabe: bipartidismo, mantenimiento del sistema económico neoliberal…) su predominio sobre nuestras vidas no corre peligro. Sólo si la masa social promovida por “estos indignados” dirige su mirada hacia políticas de izquierda, de verdadera izquierda, sólo entonces se les empezará a temer y a considerar como una amenaza hacia el sistema establecido y que han provocado el descontento de santísimas personas en todo el Mundo.

¿Creen los participantes del 15-M que tras las próximas elecciones nacionales sus peticiones serán tenidas en cuenta? Si tenemos en cuenta las palabras del “gran pensador de la derecha española”, el “insigne” José M. Aznar, la llevan clara. Este personaje los califica de extrema izquierda antisistema. Y yo observo a “los indignados” de mi pueblo y no veo extremismo por ninguna parte, sólo veo a personas preocupadas por el futuro de nuestra democracia, que tratan de devolverle a ésta su verdadero sentido, que no es otro que el gobierno del Pueblo.

A pesar del análisis y del futuro efímero que Zygmunt Bauman conceda al movimiento del 15- M, lo que resulta evidente es que algo se mueve en nuestra sociedad. Y ya era hora.
Salud.


 
                                                                                                               ANTONIO FRANCO GARCÍA

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