Contra el Perroflautismo
Miedo a hablar
por José Balsa Cirrito
No voy a entrar directamente en el caso Rubiales, sino en algo que me parece infinitamente más grave, y es la ola de totalitarismo que, amparado en la etiqueta del feminismo, ha caído sobre nosotros. Porque miro los medios de comunicación y no salgo de mi asombro.
Las barbaridades que desgranan al respecto quienes se llaman feministas valdrían para escribir un catálogo. Hay una falta de perspectiva demencial, un tremendismo alucinante, una exageración cataclísmica (casi tanto como yo ahora). Por supuesto, cada cual es libre de decir lo que le venga en gana, faltaría más; el problema es que nadie osa poner ni una sola tilde a lo que dicen estas aprendizas del Ministerio de Información y Turismo de don Gabriel Arias Salgado, porque saben que aquellos que se atrevan, si lo hacen, serán unos parias de la comunicación o, como mucho, unos voxeros deleznables.
Me pregunto yo, ¿qué se hizo de aquella famosa máxima tantas veces citada y que se suele atribuir equivocadamente a Voltaire, aquello de: “Estoy en desacuerdo con lo que dices pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo”. El moderno fasciofeminismo no está, evidentemente, en consonancia con la frase. Cualquiera que disienta un punto de sus delirios se convierte en un machirulo, y se le retira el derecho a opinar. Porque no es que no se permita contradecirlas, que no se permite, es que no se puede ni matizarlas. Y de rebote, la crueldad es insólita. Cualquiera que transgreda los mandamientos del fasciofeminismo debe ser víctima de un castigo implacable ante el que no cabe perdón: baneamiento perpetuo.
Varios periodistas deportivos pusieron en perspectiva el acto de Rubiales, dándole la importancia menor que para ellos tenía. Todos han tenido que retractarse con humillación, porque muy posiblemente hubieran perdido sus puestos. Más grave aún es el caso de Santiago Segura, que publicó un tuit donde criticaba a Rubiales, pero lo calificaba como un “asunto marginal” ante el éxito que suponía ganar la Copa del Mundo. Con la avalancha que se le vino encima, tuvo que borrarlo. Y peor todavía el hecho de que aquellos que apoyaban en principio a Rubiales del gremio del fútbol hayan tenido que sacar comunicados criticándole ante el temor de perder sus empleos, ya que las hordas totalitarias querían (quieren aún) que se sancione no solo al calvo, sino también a quienes aplaudieron a Rubiales en la asamblea de la RFEF. No sé ustedes, pero un servidor no ha contemplado un despliegue de fascismo tan magnífico desde la muerte de Franco.
No quiero que parezca que defiendo a un individuo como el calvo Rubiales (si lo piensan un poco, su apellido es bastante irónico), que avergonzó a todo un país con sus gestos groseros durante las celebraciones, y que no debería haber llegado nunca a un cargo tan relevante, pero creo que hay que poner coto al totalitarismo. Y el totalitarismo en el mundo occidental lo representa hoy el movimiento feminista. Esto que digo es compartido por un número muy alto de personas, seguramente por la mayoría de los hombres, pero, como he comprobado muchas veces, sobre todo en el trabajo, la gente tiene miedo de hablar. Lo voy a repetir por si no ha quedado claro: la gente tiene miedo a decir cosas contra marea neonazi. Y es bastante triste que haya que callarse la boca. En mi opinión, la libertad era otra cosa. Unamuno sigue llevando razón, no sabemos a quién temer más, a los hunos o a los hotros.
PD: Por supuesto, la semana que viene me veré obligado a escribir otro artículo retractándome de lo que he escrito ya que, seguramente, he proferido infinitas ofensas.



































Por cierto, soy hombre | Viernes, 01 de Septiembre de 2023 a las 16:04:49 horas
P.D.; El artículo anterior ha sido escrito por un hombre.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder