Contra el Perroflautismo
Votar, botar y wotar
por José Balsa Cirrito
Esencialmente, hay tres maneras de acudir a las urnas. Para votar, para botar y para wotar.
Votar es cuando nos convence un candidato, un programa, o un partido y lo apoyamos con nuestro sufragio. Yo diría que no hay demasiada gente que tenga esa costumbre.
Botar significa que queremos echar al que esté en el poder o que no queremos que llegue el que está fuera. Botar es voto contra, no voto por. En mi opinión, se trata de la opción mayoritaria.
Por último wotar. Wotar no significa nada, así que pueden ponerle a esta casilla lo que les dé la gana, porque la coloco solo para engordar la frase.
Yo diría que Botar siempre ha sido el móvil favorito a la hora de depositar una papeleta. Y no solo en España, porque en política el odio siempre puede más que el amor. Sin embargo, el problema del odio es que resulta fácil de exacerbar, y no necesita siquiera basarse en situaciones reales. Por supuesto, es algo que ha ocurrido siempre, pero ahora, en la era del postureo, cuando es más importante lo que decimos que hacemos que la propia realidad, el pan tiene más miga.
Así, el club de odiadores de Pedro Sánchez se ha convertido en un nutrido club de hooligans agresivos. Y, lo cierto es que, honradamente, no encuentro muchas razones para ese odio. Es cierto que en el apartado perroflauta el gobierno de España ha sido una plaga como las de Moisés, porque no se ha perdido ni una: adoración trans, feminismo friki, filoislamismo (esto último por parte del podemismo), tontoecologismo (personalmente, me irrita bastante la prohibición del fracking)… Pero, en general, ha sido un gobierno bastante efectivo, sobre todo en las cuestiones más importantes como la sanidad, y, muy destacadamente, en la economía.
Durante las últimas semanas hemos asistido a un desesperado intento por parte de la prensa antigubernamental para convencernos de que los excelentes datos económicos del gobierno Sánchez no eran en realidad buenos, sino muy malos, y para ello han empleado unos argumentos que en algunos de los casos solo se podían calificar de churri-churris (palabra que tampoco significa nada, pero que se entiende). Porque la realidad es que hemos batido constantemente los récords de afiliados a la Seguridad Social. Y si ese dato no agrada, porque lo proporciona el gobierno, tenemos el del crecimiento económico, que no lo pone Sánchez, sino la OCDE. Y según esa OCDE, España en 2023 crecerá un 2,1% frente al 0,6% de la media europea. Si esa cifra no les gusta, no sé qué les puede gustar.
Aunque, por citar a ese faro del pensamiento político conservador y del plagio literario llamado Ana Rosa Quintana, “en estas elecciones lo importante no es la economía, sino la política”. Con eso se quiere decir que el gobierno depende de los partidos periféricos, en muchos casos independentistas. Es cierto, pero el apoyo que estos partidos han prestado al gobierno no ha sido en cuestiones relativas al independentismo, sino en asuntos que interesaban a la totalidad de los españoles, como la reforma laboral o la poco afortunada ley del Sí es sí. Y esto no es ninguna novedad. Aznar en su primera legislatura gobernó con el PNV y con Convergencia i Unió. De hecho, la ley que más se recuerda del aznarato fue la eliminación del servicio militar obligatorio, y esta ley, niñas y niños, se promulgó por exigencia de los nacionalistas vascos. O sea, que no veo la diferencia (por cierto, ¿se imaginan la que se hubiera liado si un gobierno del PSOE hubiera liquidado el servicio militar por presiones del PNV?)
De hecho, la cuestión clave en estas elecciones parece ser la de la hispanidad de España, el deseo - muy legítimo - de la mayoría de los españoles para que nuestro país no se desmembre. Y es curioso, porque, justamente, el campo donde el actual gobierno ha alcanzado su mayor éxito es en el de la lucha contra el independentismo. Solo hay que ver la angustia patriótica en la que vivíamos en tiempos de Rajoy, que parecía que el país se nos caía a cachitos todas las mañanas. Y es algo que se puede comprobar con facilidad mirando las encuestas sobre el apoyo que tiene la independencia en Cataluña en estos momentos y el que tenía en los tiempos del bueno de Mariano.
A día de hoy el único partido que puede garantizar la unidad de España es el PSOE. Así de sencillo. Y me temo que no se trata de una opinión, sino de una evidencia. Por supuesto, esto es bastante injusto para el PP, o, mejor dicho, es bastante injusto a secas, pero es la realidad. Me puedo imaginar que los independentistas catalanes o vascos (sobre todo estos últimos, que son muy meapilas) han puesto velas a san Eneko de Loyola o a la Moreneta para que gane el PP y para que Feijóo meta a los de VOX en el gobierno. Según entienden los indepes, es el mejor camino para separarse de España. De hecho, plantéenselo, un gobierno PP-VOX. ¿De verdad cree alguien que se podría mantener España unida?
Es lo que hay.
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RebeldeRota | Martes, 25 de Julio de 2023 a las 11:05:17 horas
A ver qué dice el Sr Balsa ahora con las peticiones de referéndums vinculantes por parte de los separatistas al PSOE , si el PSOE lo acepta lo que el PSOE garantiza la Unidad de España es una mentira más de los socialistas , espero que se le caiga la cara de vergüenza al sr Balsa por su artículo.
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