Contra el Perroflautismo
Elecciones perroflautas
por Balsa Cirrito
(Artículo demasiado largo)
Los datos de España tendrían que haber supuesto una victoria avasalladora del progresismo en las últimas elecciones. Repasemos. Las previsiones son que en 2023 España sea el segundo país de la UE con mayor crecimiento económico, que en realidad significa el primero, porque Irlanda, la nación con mejores pronósticos, no deja de ser un barco pirata en medio del mar. La inflación en España, de la que tan justamente nos quejamos, es, sin embargo, de las dos o tres más bajas de la UE, dependiendo del mes, porque en muchas ocasiones tenemos la inflación menor de todo el continente. Las cifras del paro, considerando lo que es España, son la leche, las mejores en 15 años, y por ello se han batido varios sucesivos récords de afiliación a la Seguridad Social. La gestión contra el COVID ha sido juzgada como modélica en todo el mundo, ya sea la OMS, los países de la UE o los EEUU, pese a los buitres carroñeros que en su día se manifestaban profiriendo graznidos contra el gobierno. Por no hablar de las sucesivas subidas del salario mínimo, subidas que el PP y VOX juraban indignados que iban a arruinar nuestra economía y aumentar las cifras de parados, ocurriendo exactamente lo contrario. ¿Por qué, entonces, no ha barrido el gobierno en los últimos comicios? Pues la respuesta no ofrece dudas: por el perroflautismo.
Tenemos un gobierno perroflauta, eso es indudable. E igualmente resulta indudable que el perroflautismo no es rentable electoralmente, aunque también es verdad que las rentabilidades electorales resultan a menudo difíciles de comprender. Por ejemplo, Madrid es un desastre de ciudad, y una comunidad donde una familia tiene difícil vivir con cierto confort sin una renta de al menos 90.000 euros anuales. Sin embargo, tanto Almeida como Ayuso han ganado con una facilidad tal que cualquiera diría que han ido repartiendo peladillas por las bodas, que todavía Ayuso es borde y salerosa, cosas que gustan a muchos parroquianos, pero Almeida es feíllo y malaje, y la inhabitabilidad de Madrid en buena medida es culpa suya. Pero no quiero perderme, de lo que hablaba era de la perroflautabilidad de la izquierda y de la izquierda-izquierda.
Muchos del sector gubernamental tratan de justificar los resultados por el ataque desatado de la mayoría de los medios de comunicación. Sería un error creerse esa justificación, incluso aunque fuera verdad. Porque es cierto que casi todas las televisiones son propeperas, pero casi lo mismo ocurría cuando Sánchez ganó las anteriores elecciones. Lo que no había entonces era esa cansina ristra de leyes perroflautas.
En el gobierno da la sensación a veces que se sienten demasiado herederos del ¡Trágala perro! El Trágala fue una canción de combate de los liberales del siglo XIX. La letra decía:
Por los serviles
no hubiera Unión
ni si pudieran
Constitución.
Pero es preciso
roan el hueso.
Y el liberal
les dirá eso:
trágala, trágala
trágala, trágala
trágala, trágala
trágala, perro.
Hablando en plata, lo que quería significar era algo así como que “si no queréis reformas os vais a fastidiar, porque os vamos a hacer tragarlas”. Por supuesto, los elementos reaccionarios del siglo XIX merecían quizás a veces que les hicieran deglutir algunas cosillas, pero nuestros días son otros, y el Trágala ya no es una opción.
Desde el gobierno nunca se ha intentado realmente convencer de sus propuestas a la sociedad, o se ha intentado muy levemente, lo cual es grave, porque muchas de las leyes o reformas sociales que proponía (luego mencionaremos algunas) eran altamente discutibles, y lo que había que hacer era seducir, no combatir. Piensen un poco en ello y verán cómo solo recuerdan riñas, no argumentos.
Lo voy a tomar muy de lejos: la culpa es de Zapatero. Yo, lo confieso llanamente, soy muy fan de Zapatero. Gracias a su energía, España no sufrió una crisis aún más grave que la que padeció en 2008, y si no acabamos como Grecia, fue en buena medida por él. Le debemos, además, algunas leyes de las que pueden figurar con letras de oro en nuestra historia, como la del carné de conducir por puntos y la ley antitabaco, ahorradoras de miles, seguramente decenas de miles de vidas; o como la no aún desarrollada por completo ley de Dependencia. Sin embargo, Zapatero tuvo una metedura de pata planetaria, que, entre otras cosas, propició la aparición de VOX y dio inicio a la polarización crispada que ahora disfrutamos. Me refiero a la ley de la Memoria Histórica.
Fue una ley que necesitaba consenso. Si no, mejor no promulgarla. Hubiera sido preferible una ley bajo mínimos con el apoyo del PP que una ley ambiciosa pero en entredicho. Y me da igual que el PP se hubiera puesto en plan Oso Cavernario. Ahora quizás se nos ha olvidado, pero en el 2007 las palabras rojo y facha estaban prácticamente desterradas de nuestro vocabulario. Rara vez se mencionaba a Franco. Y si los políticos se ciscaban en la santa madre de algún rival, lo hacían en privado, no en telediarios y redes sociales.
La Memoria Histórica fue el caldo donde se coció el inicio del enfrentamiento nacional. En esta legislatura, se han promulgado multitud de leyes perroflautas, de feminismo radical, de gaicismo radical, de filotransexualidad radical… Independientemente de la pertinencia de las leyes, hay algo que es indudable: buena parte, me atrevo a decir que la mayoría de la sociedad, no comulga con ellas (lo de comulga no ha de interpretarse literalmente). Se ha plasmado, pues, un Trágala de dos pares: ¿No os gusta la Ley Trans? Pues os vamos a dar dos tazas calentitas. ¿Qué digo dos tazas? Una marmita como aquella en la que se cayó Obelix.
Y me temo que eso no ha gustado a la sociedad. Porque, sobre todo eso, la derecha española – con buen ojo – ha centrado su foco en aquellos (y aquellas) que más se han significado en defender las perroflauteces, y que son personajes unánimemente detestados. No conozco a nadie, ya sea de izquierda, de derecha o de Coria del Río a quien caigan bien la Montero o la Belarra.
Más arriba hablaba de seducir. Irene Montero y la Iónica Belarra han intentado con una constancia admirable todo lo contrario: cabrear. Es lo que pasa cuando se nombra ministra a una persona que no es ni política ni técnica, sino activista tocanarices. Si se acompañan estas dos con Echenique, quizás el político más antipático de la historia (con permiso de Aznar), y a quien no se le da más caña por sus deficiencias físicas, tenemos una excelente ecuación para cascarla en unas elecciones. Y no estoy con esto eximiendo a Pedro Sánchez, que, si no recuerdo mal, al principio de la campaña dijo que la base de la propuesta del PSOE era el feminismo y algo más – disculpen – que no recuerdo y que con ello ha recibido el aval de las hermanas. Pedro Sánchez supongo que se habrá enterado ya de lo que opina la mayor parte de la población de ese estilo de feminismo amacarrado e intolerante que propugna chorradas de género y el esperpéntico lenguaje inclusivo. Es cierto que Sánchez es menos borde que las mencionadas Iónica Belarra e Irene Montero, pero con ellas al lado todo se contamina.
Un ejemplo de lo que digo (y termino con esto, que hoy me estoy despachando). En 1986, después de una promesa electoral de la que seguramente se había ya arrepentido, Felipe González convocó un referéndum para decidir la permanencia de España en la OTAN. Las encuestas estaban contra él. La derecha, oliendo la sangre, prácticamente no hizo campaña a favor, y por lo bajini promovía la abstención. González, casi solo, con la oposición de muchos de su partido, supo ver que el único camino viable para España pasaba por permanecer en la OTAN. Los españoles estaban en contra de su postura. Pero González sedujo al país. No llamó a quienes se oponían ni machirulos ni tránsfobos ni hijos de la gran chingada, sino que convenció a los españoles y ganó el referéndum. Tres o cuatro días antes de las votaciones, apareció en televisión y en una alocución histórica, utilizando todas sus armas de encantador de serpientes, le dobló el espinazo a las previsiones. Y no lo hizo a lo borde, lo hizo a lo suave.
Creo que se me entiende.
PD. Con este artículo liquido la sección que llevaba por nombre Diario del año del Coronavirus, e inauguro otra con el título de Contra el perroflautismo. Perroflautismo de izquierda y de derechas, que también lo hay, ¿eh?



































Tere | Viernes, 09 de Junio de 2023 a las 13:46:52 horas
La penúltima y termino:
Eres un pedante.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder