Pedro Cardeñosa
LOS ANTIPÁTICOS GANAN MÁS
Una investigación hecha por las universidades de Cornell y Notre Dame, en EE.UU.; y la universidad Western Ontario en Canadá, concluyó que los trabajadores calificados como agradables (calidez, amabilidad y cooperación con el resto) tienen sueldos más bajos que aquellos que no lo son. De aquí surge la pregunta: ¿Es el dinero una recompensa destinada a la falta de calidad humana? Según el ideólogo Ralph Waldo Emerson: “El hombre tiene más cuidado con su dinero que con sus principios”.
Los investigadores recabaron información a lo largo de 20 años, mediante tres diferentes encuestas aplicadas a 10.000 profesionales activos de diferentes edades, profesiones y salarios. También investigaron con 460 estudiantes de negocios pidiéndoles que actuaran como gerentes de recursos humanos en una compañía ficticia, y se les presentaron perfiles de candidatos que aspiraban a un puesto como consultor. Aquellos aspirantes que previamente habían sido calificados como altamente amable, consiguieron menos puestos.
Más concretamente, los trabajadores varones que calificaron debajo del estándar de amabilidad conseguían un 18% más de ingresos que los “amables” (en el caso de las mujeres la diferencia entre ambas “personalidades” disminuye a 5%). ”Los chicos buenos obtienen lo peor” afirma Beth A. Livingston, co-autora del estudio y profesora de investigación. El estudio fue presentado en la reunión anual de la Academy of Management de San Antonio, Texas y publicado en el Journal of Personality and Social Psychology. Es decir, hablamos de un estudio con rigor científico.
Según explican los investigadores: “La razón está en la masculinidad y la asociación de este concepto a la agresividad. Si consideramos que el mundo de los negocios está dominado, principalmente, por varones; y que su sistema de creencias les “obliga” a actuar con cierta agresividad para reafirmar su rol masculino; entonces esta pudiese ser una de las explicaciones al hecho de por qué es más fácil triunfar en los negocios o en el trabajo, y por lo tanto hacer más dinero, cuando se es más agresivo que amigable. Los hombres amables probablemente no cumplen “con las expectativas de un comportamiento masculino”, dice el estudio. Otro factor es la actitud en la negociación. Al parecer la gente más bondadosa pocas veces intenta defender una cierta cantidad de salario o aumentarla, mientras que aquellos más agresivos incurren en esta práctica casi automáticamente.”
Añaden que: “Parte del problema reside en el sistema de recompensas laborales, orientado habitualmente a premiar a los trabajadores más egoístas, menos éticos y menos amables. El problema es que muchos gerentes no se dan cuenta de que están recompensando la falta de amabilidad. Puedes afirmar que tu compañía valora la amabilidad pero tu sistema de compensación no lo refleja. Sin embargo, y a pesar de que pudiese ser considerada como una actitud rebelde o contra-cultural dentro del mundo de los negocios, lo cierto es que hay compañías en particular que buscan desalentar la agresividad entre los empleados. En Seattle existe una compañía, Lockerz, que ha implementado una política llamada “no jerks and divas” (sin patanes ni divas) explícitamente diseñada para castigar actitudes consideradas como poco leales o agresivas entre su equipo.”
¿Sorprendidos? ¡No!...No han descubierto nada nuevo. Solemos decir: “Es tan bueno que parece tonto…” Nos burlarnos y aprovecharnos de la gente amable. Dudamos de las intenciones de quien hace algo a cambio de nada. Cuando recibimos regalos continuados lo convertimos en un derecho u obligación de los demás para con nosotros. Sacamos el mayor partido a quien está dispuesto a ayudar. Solemos encargar los trabajos más pesados a quien sabemos que no va a protestar, dejando al perezoso y caradura vivir a su antojo. Llegamos a creer que quien nos ayuda disfruta con ello y, por lo tanto, cada vez le exigimos más. Tratamos de ganarnos la amistad de la gente malvada (para protegernos) y nos preocupamos menos de los amables. Estudiamos en los cursos de “atención al cliente” cómo tratar con agrado a los difíciles, olvidándonos de los buenos clientes. Aparecen enemigos de la mismísima Madre Teresa de Calcuta o de Vicente Ferrer. Criticamos todo lo desconocido porque puede superarnos y no queremos arriesgarnos a quedar en segundo lugar. Envidiamos lo que no tenemos, pero no estamos dispuestos a realizar el esfuerzo que hizo quien lo consiguió.
Alabamos a quien nos ayuda, pero no dudamos en cotillear y juzgar su vida personal…
En fin. Nada nuevo. Pero si esto forma parte de la evolución… Insisto… Por favor, paren el Mundo que quiero bajarme.












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