¿Es inteligente Irene Montero? Creo que, objetivamente, podemos decir que no. Sinceramente, no recuerdo muchos políticos con una capacidad tan reducida para ofrecer argumentos interesantes desde los tiempos de José María Aznar. Irene Montero es muy previsible, porque antes de que hable ya sabemos qué va a decir. Y dirá eslóganes, frases hechas, y consignas de las que se gritan en las manifestaciones. Lo cierto es que cuando la esposa de un gran macho de la manada, ya sea Ana Botella, Cristina Kirchner o Hillary Clinton destaca en política, siempre hemos de temer lo peor. Montero, que es la pareja del macho más macho de todas las manadas de todos los animales, Pablo Iglesias, confirma cualquier temor que tengamos.
 

Por otra parte, ¿es inteligente Isabel Díaz Ayuso (a partir de ahora la llamaré por sus siglas, IDA)? No lo sabemos, porque la IDA nunca argumenta ni da razones. El diálogo ideal de la IDA sería algo así como lo siguiente:
    

Escena en el parlamento de la Comunidad de Madrid.
  

 POLÍTICO DE LA OPOSICIÓN: Señora presidenta, desde nuestro grupo queremos que nos explique y justifique los contratos que esta comunidad ha concedido a miembros de su familia.
    

IDA: Me cago en sus muertos.
    

POLÍTICO DE LA OPOSICIÓN: (Asombrado) ¿Cómo dice?
  

IDA: Que me cago en sus muertos. Rojo, comunista, masón, bolivariano…
    

Quitando lo de los muertos (que no lo dijo, pero se quedó con las ganas), el resto es absolutamente histórico. La IDA pertenece a una corriente del PP que nace en Aznar, pasa por Esperanza Aguirre y termina en ella, que no considera que haya que dar explicaciones de lo que un gobierno hace, sino que se limita a escupir al contrario. Supongo que es lo que a veces se llama mala baba.
    

La IDA y la Montero pertenecen a la clase de políticos que es necesario desterrar. Los políticos que glorifican la bronca, que solo se sienten a gusto cuando la rivalidad está cerca de transformarse en odio. Por supuesto, no son las únicas. En general, Podemos está lleno esta especie. Quizás el más dañino sea Echenique, quien parece tener prohibido decir algo que no nos entren ganas de propinarle unas cuantas collejas. Por el otro lado (no precisamente el lado opuesto), se encuentra VOX, partido que navega en las mismas aguas: juraría que nunca he visto a Abascal sonreír durante una intervención. En cambio, siempre lo veo enseñando los dientes como a punto de morder. Su expresión habitual es la que hemos llamado mecagoentusmuertos. El PP también abunda en personajes hoscos, de esos que jamás dan explicaciones y que parece que guardan un bate de béisbol en el coche (¿qué me dicen de la nunca suficientemente denostada Cuca Gamarra, que tiene, en femenino, nombre de jugador paraguayo de fútbol?) (La selección paraguaya es famosa, para quien no lo sepa, por la leña que reparte en los partidos). Por su parte el PSOE tampoco se va de rositas, ya que es pródigo en producir políticos cuya mayor virtud sea la de fomentar el miedo al contrario y en saber cómo escurrir el bulto. Así han ganado unas cuantas elecciones. Tengo la sensación de que el partido más moderado y decente en este aspecto es Ciudadanos, seguramente por eso está próximo a desaparecer.
    

¿Por qué suelto ahora esta parrafada algo inconexa? Pues verán, estoy harto de la política para políticos, del perro comiendo a perro, de la casta hablando de asuntos que interesan sobre todo a la casta y con el lenguaje de la casta, siendo los inventores del término casta quienes más incurren en el feo pecado; de contemplar un telediario y ver todo el tiempo a un montón de individuos tratando temas que me importan bien poco, y que, cuando me importan, los tratan de forma que consiguen que no me importen. Asuntos como las discusiones sobre la composición del Consejo General del Poder Judicial con el PP boicoteando acuerdos por interés partidista (en un sector de la sociedad, la judicatura, que ya está masivamente en poder de la derecha opusdeísta) o como el de la ley del “sí es sí”, que hasta el nombre es ridículo, donde los podemitas se ponen chulos por meter la pata y los del PSOE, con toda la jeta, le echan la culpa a la oposición de sus errores… Todo esto, digo, me convierte en un hooligan de la moderación y de la sosería. ¡Quién tuviera políticos como los suizos, que casi no saben ni el nombre de su presidente, porque cada uno tiene más malaje que el anterior!
    

Y personifico toda esta hartura en Irene Montero y en la IDA. Dos ineptas en la cresta de la ola por su inepcia, que es casi tan grande como su arrogancia. ¿Dimitirá alguna por sus errores? Todos sabemos que no. Es más, las dos son jóvenes y casi con toda seguridad las aguantaremos durante bastantes años; todavía más, en el caso de la IDA tenemos muchas probabilidades de que algún día llegue a presidenta del gobierno. ¿Es culpa de ellas? No, es nuestra.