La Política es un complejo mundo donde confluyen intereses y no siempre sin ánimo de lucro. Difícil pensar y creer que todos políticos nos quieran tanto que solo buscan nuestra felicidad.

Por eso, porque la Política es un complejo mundo de intereses, la realidad nos muestra que los verdaderos “interesados” no se presentan a las elecciones. No son “actores políticos”. Se mueven entre bambalinas. Son los que escriben el guión, los que marcan las pautas y los que adornan, con sus trampantojos, la escena.  Si Calderón de la  Barca consideraba “la vida como un teatro”, la Política puede ser estimada por los “productores” de estas “compañías”, como un acto dentro del “Gran teatro del Mundo” calderoniano. O una escena, según se mire. Son los que podemos denominar como “políticos de inversión”.

Estos “interesados” se creen los dueños del “teatro”. Están convencidos de que pueden dirigir los gustos del público asistente con tal de publicitar repetidamente las bondades de  “su obra”. Cuando descubren que existen otros demiurgos que escriben otras obras y que utiliza otros actores, se alarman. ¿De dónde han salido estos?¡No pueden pisar “las tablas”, que se cargan nuestra “pieza”! “¡Qué el teatro es nuestro, cojones! Digo yo que pensarán.

Tampoco les interesa que “la sala” se llene. Cuánto más asistente, más voces críticas pueden surgir, y a más personal hay que convencer de las bondades de “su creación”. Ya expresó, el que fuera Secretario de la ONU, Ban Ki Moon, que “la apatía es el veneno de la democracia”.

Dejando la metáfora y regresando a la calle, hay que decir que cuando presentan a su candidato o candidata, este o esta se mueve por todos los medios de comunicación, diciendo esto o aquello. No importa lo que se diga, lo principal es que el personal se acostumbre a ver su cara, para elevar su popularidad y el grado de conocimiento de él o de ella. Ya se sabe que no es lo mismo caer en gracia que ser gracioso, pero a falta de gracia... Y si los demás replican, mejor. Ya tienen argumentos para una nueva comparecencia pública.
Si estos actores principales no logran sus objetivos, se buscan otros de entre los secundarios.

Por terminar con el símil empleado, puedo escribir: se cierra el telón.