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Redacción
Lunes, 03 de Octubre de 2022

Diario del año del coronavirus

Melasoplismo y melapelismo

por Balsa Cirrito

[Img #177754]Vamos a llamar melasoplismo a la tendencia a pensar sobre cualquier asunto: "me la sopla". Vamos a llamar melapelismo a la tendencia a pensar sobre cualquier asunto: "me la pela". Creo (y no hay discusión posible, porque soy el inventor de los dos términos) que podemos considerarlas palabras sinónimas. Pues bien, el mundo lleva varias semanas en una fase de melasoplismo o melapelismo desatada, como quizás no se haya visto nunca.
    

Durante los días más negros de la pandemia sentimos, creo que todos, una profunda sensación apocalíptica. El mundo parecía que se iba a acabar, la culpa seguramente la tenían Pedro Sánchez y Zapatero; y todos íbamos a morir o, en el mejor de los casos, íbamos a convertirnos en zombis, con lo que las nuevas temporadas de The walking dead tendrían como villanos no a los caminantes carroñeros, sino a los vulgares humanos.
    

Luego comenzó la guerra de Ucrania (desde luego, por culpa de la intervención directa de Pedro Sánchez y Zapatero) y sentimos cierto acojono, más que físico, económico, con el temor al apagón energético y a la desorbitada inflación. Pero no duró demasiado; enseguida nos fuimos acostumbrando a que murieran tíos cuyo apellido terminara en eski o en oski. Nada demasiado grave. La reina de Inglaterra, Giorgia Meloni y Sánchez y Zapatero (como culpables de todo) fueron desplazando de los titulares a Zelenski y a Putin.
    

Sin embargo, durante las últimas semanas las razones para acojonarse han aumentado como el ego de Mbappé después de mirar su cuenta de Instagram. Los referendos, la anexión rusa de territorios y las vaciladas sobre armas nucleares parecen bastante amedrentadores. No quiero, ni remotamente, hacerme pasar por un especialista en cuestiones de política internacional, más allá de la de lector compulsivo de informaciones de todas las fuentes que alcanzo, pero tengo la sensación de que estamos instalados en un melapelismo francamente admirable.
    

Ya digo, durante las últimas semanas los acontecimientos negativos son demasiados. Se habla de bombas atómicas con la misma alegría que de una mascletá durante las fallas. Creo haber contado alguna vez que frecuento una especie de facebook ruso llamado VK (en su versión española, se entiende), y que estoy suscrito al canal propagandístico putiniano llamado Russia Today y a sus foros (también en español, claro está). Y créanme que lo que leo da motivos para acojonarse seriamente. La mayoría de los que intervienen en estos foros son hispanoamericanos y rusos castellanoparlantes, y aparte de comprobar que el nivel cultural español viene a estar unas cien plantas por encima del de Latinoamérica, también he coleccionado motivos para pasar algunas noches de insomnio.
  

Aunque no se lo crean, estos foros están repletos de insensatos que jalean a Putin para que utilice armas nucleares. Para que cometa un genocidio absoluto con los ucranianos. Para que arrase Berlín y Londres (si el interviniente es venezolano chavista, también pide que se arrase Madrid, faltaría más). Las mismas noticias de los vídeos de Russia Today destacan favorablemente los mensajes guerreros, el coqueteo con los misiles nucleares y el derecho de Rusia a llevar sus fronteras hasta el Guadalquivir, exceptuando el barrio de las 3.000 viviendas, que los rusos son valientes pero no tanto. Russia Today es un medio sustentado por el estado ruso (aunque, por supuesto, Pedro Sánchez y Zapatero seguro que también tienen algo que ver), por lo que empiezo a temer casi lo peor. De hecho, juraría que estamos a tanto así (y cierro mis dedos pulgar e índice casi hasta que se toquen) de un lanzamiento nuclear por parte de Rusia. La anexión oficial del Dombás, Lugansk, Jerson y Zaporiyia da tan mala espina y conlleva tantos riesgos que hay días que ni siquiera duermo la siesta. Un panorama aciago sobre el que veo que practicamos (puede que no tengamos otra opción) el melapelismo y el melasoplismo concentrado. Francamente, no sé si todo esto tiene arreglo. ¿El fin del mundo? Puede ser. Y la culpa la tendrán Pedro Sánchez y Zapatero. Si me apuran, hasta José María Aznar, que aquí no se escapa nadie.

 

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