Quantcast
Redacción 1
Miércoles, 14 de Septiembre de 2022

Diario del año del coronavirus

El premio del Arco Iris

por Balsa Cirrito

[Img #176372]¿El mundo es así o es asá? Me ha venido a la cabeza una historia que me ocurrió el año pasado y que simboliza en buena medida el estado de la sociedad, no solo la española; el cambio que no siempre es cambio y que no sabemos si llega o se queda por el camino, o si los martes son ahora los jueves y la paloma de Alberti no se equivocaba (ahí queda eso).

           

Era el mes de junio de 2021. Mi hija Oriana había ganado un premio literario en una localidad de la provincia de Málaga. Como sucede muchas veces, la entidad convocante había organizado un acto para la entrega del galardón. Recordemos que en junio de 2021 aún existían ciertas restricciones coronavíricas de rango mayor que las actuales. El caso es que los organizadores se pusieron en contacto con mi hija para preguntarle quién la iba a acompañar a la cena, porque estaba todo muy restringido. Como quiera que en Málaga nos íbamos a alojar en casa de un amigo de la familia, mi hija le dijo que irían su madre, su padre y el mencionado amigo.

 

            - Lo siento, no puede ser – le respondieron-. Solo puedes invitar a dos personas. No es por nosotros, entiéndeme, es por el Covid. Qué más quisiéramos.

            Entonces Oriana tuvo una intuición absolutamente genial:

            - Uf, pues es que veréis…– dijo – el amigo al que me refiero es el novio de mi padre. Mi padre y mi madre se divorciaron y mi padre… Bueno, que tiene un novio.

            Hubo un corto silencio al otro lado de la línea telefónica.

            - No hay problema – respondieron al final decididamente -. Que venga el novio de tu padre.

 

            Si mi hija hubiera dicho “la novia de mi padre”, no tengo la certeza de que hubieran aceptado con tanta facilidad, aunque, bueno, las cosas, ya se sabe, van mejor cuando vuelan.

 

Pero sigo, porque, por supuesto, lo bueno fue todo lo que vino después. Tras muchas discusiones, logré convencer a mi amigo de que se vistiera para la ocasión, de forma que no hubiera ninguna duda de que éramos gais, aunque reconozco que él no dio demasiado la nota aguda. Para contrarrestar, yo me vestí con un polo rosa y unos pantalones celestitos (como quien dice, los colores de María Auxiliadora), además de poner todo el tiempo expresión de monaguillo manoseado al que gusta que lo manoseen. Debo reconocer que, cuando llegamos, causamos sensación. Y, desde luego, comencé a hablar con todo el mundo con mucha volubilidad y amariconamiento, de tal forma que Boris Izaguirre a mi lado hubiera parecido tan machote como el Lobezno de las historias de Marvel. Desde luego, pronto nos dimos cuenta de que el hecho de que el padre de la ganadora fuera un homosexual madurete que venía con su novio había sido ampliamente comentado, porque todo el mundo parecía pendiente de nosotros.

 

Hubo mucho pequeños detalles desternillantes. De entrada, mi amigo y yo nos sentamos separados porque no había dos sitios libres juntos. Alguien vino y echó al que se sentaba a mi lado para que él se colocara. El alcalde de la ciudad, presente allí, que era del PP, simpático y guapetón, se ponía muy nervioso cada vez que yo le ponía la mano en el hombro para subrayar alguna frase. Reconozco que me pasé un poco cuando le dije: “debe usted ser uno de los alcaldes más guapos de Andalucía”. El hombre perdió su empaque, olvidó su simpatía y salió escopetado.

 

Mi mujer también tuvo algún traspiés. Un par de veces se le escaparon frases del tipo: “a mí marido le gusta mucho regalarme flores”; “Querrás decir a tu exmarido, ¿no?”, le espetaba alguna organizadora muy seria, mientras mi mujer trataba de contener la risa.

 

Pero lo mejor de todo llegó con las mascarillas. Nos encontrábamos antes de que comenzara el acto hablando mi hija y yo con la que parecía ser la gran jefa organizadora del evento. Entonces empezaron a repartir mascarillas de diseño. Sin no recuerdo mal, las había blancas, azul oscuro y rosadas. La persona que las repartía le dio una rosa a mi hija y una blanca a mí. La gran jefa, en un impulso, la corrigió: “No, no, la blanca para Oriana y la rosa para el padre”. Mi hija enrojeció y logró contener la risa con dificultad. Yo tiré para delante y dije: “¡Muchas gracias! ¡Qué detalle! Hum, ¡adoro el rosa!” Como buen gay, se suponía que yo debía ponerme la mascarilla del color favorito de Molly Ringwald.

 

Me la puse. (Y me quedaba ideal, ideal, ideal).

 

En fin, la cuestión terminó teniendo más gracia de la prevista, porque con la excusa del Covid, al final no dieron cena; ni siquiera pasaron una bandejita de dátiles con bacon, que es algo que ponen hasta en los cumpleaños de los niños, y el acto se limitó a unas palabritas al aire libre, con lo que creo que podríamos habernos ahorrado tanto mariconeo y mi compra de un polo rosa.

 

Pero la razón por la que cuento esto es porque refleja bien el estado mental de nuestra sociedad. Imaginamos que somos muy modernos, que respetamos todo y que nada nos sorprende. Pero, en el fondo, no es así. Fingimos que todo nos parece normal, pero la realidad es que no nos lo parece. Tampoco debe espantarnos, los cambios de las dos últimas décadas han sido tan radicales que desconciertan incluso a quienes los promueven. Me pregunto – ingenuamente – si nuestra actitud perpleja ante esos cambios es natural, congénita, intrínseca. Si así fuera, si los prejuicios nacieran con nosotros (básicamente, el odio a la diferencia) se deduciría que lo único que nos separa del pleistocenismo es la educación. Reconozco que la educación en estos asuntos con frecuencia cae en la gilipollez acendrada y en el perroflautismo compulsivo, pero peor todavía sería que no la diéramos. Así que ya sabemos.

 

PD. Por si alguien duda de la historia que he contado, ofrezco testimonio gráfico. Obsérvese la mascarilla que sostengo en las manos.

 

[Img #176373]

 

Comentarios (1) Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.19

  • Cienfuegos

    Cienfuegos | Jueves, 15 de Septiembre de 2022 a las 18:25:11 horas

    Muy güeno jajaja, pero yo creo que de ahí sale una parodia. Escribela joé.

    Accede para responder

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.