Quantcast
Redacción 2
Miércoles, 24 de Agosto de 2022

Diario del año del coronavirus

Yo soy blanco

por Balsa Cirrito

[Img #174911]Hace bastantes años, calculo que a principios de los 80, se lanzó un producto que entonces nos parecía un prodigio: La copa Danone. Recuerdo el anuncio televisivo y era decididamente lujurioso: un torrente de chocolate fundido y brillante que caía sobre un mar de nata.  Cuando mi madre lo traía a casa, mis hermanos y yo casi organizábamos un consejo de guerra a quien se atreviera a comerse alguno más de los que les correspondía. Por entonces, La copa era el summum en el territorio de los postres.
  

Sin embargo, luego llegaron las marcas blancas, que abarataron muchísimo aquella experiencia iniciática que era jalarse una copa Danone. El precio de seis postres de una marca blanca venía a ser menor que el de dos de las copas originales. De resultas, Danone dejó de fabricar sus copas, y, no mucho después, las marcas blancas hicieron lo mismo, algo así como que el original era quien ayudaba al sucedáneo.
    

Porque lo cierto es que la aparición de las marcas blancas cambió por completo nuestra percepción del consumo. Yo, como imagino que la mayoría de los roteños, en alguna ocasión había entrado en casa de un americano, y me sorprendía la delirante variedad de productos que tenían en sus domicilios. De hecho, hasta los trece años estuve en un colegio interno en El Puerto de Santa María, y, a menudo, los niños roteños que allí estudiábamos les vacilábamos a los de otros lugares hablándoles de mercancías que ellos ni sospechaban su existencia.
Cuando llegó la globalización, todo el mundo comenzó a conocer la totalidad de los productos del universo, pero llegó un momento en el que, salvo los reponedores de los centros comerciales, nadie podía moverse con conocimiento dentro de ese catálogo casi infinito de denominaciones. Entiendo que las marcas blancas pusieron orden en ese desconcierto que nos volvía turulatos: ya no comprábamos helados de Frigo, de Avidesa, de Miko o de Haagen-Dazs, sino, simplemente, helados.
    

Creo que las marcas blancas son – sin que nunca se les reconozca – uno de los elementos centrales de la mejora del nivel de vida de los trabajadores occidentales. Hay una democratización absoluta en el asunto, porque las adquiere casi todo dios, independientemente de su nivel adquisitivo: las compran los que tienen pasta y los que no. Sobre todo, porque el nivel de calidad suele ser bastante alto. Con frecuencia echo un ojo a la compra maestra de la revista de la OCU, donde se analizan los diferentes productos según su excelencia, y es bastante común que los primeros lugares sean ocupados por marcas blancas.
    

Me confieso muy partidario de ellas. Habitualmente soy quien realiza las compras en mi casa, y me aterroriza pensar que, además de tener que comprar tofu y queso cottage, tuviera que comprar cottage y tofu de una determinada compañía, porque cometería errores y me complicaría la vida lo indecible. Además, las marcas blancas rompen mitos. Soy un auténtico friki de los refrescos de cola, y en determinadas épocas he llegado a beberme cuatro litros diarios del brebaje. En principio, yo era partidario de la Coca Cola, y me parecía casi un insulto a la dignidad humana beber alguna de las marcas blancas alternativas. Sin embargo, dado que tragaba tantísimo, abría las botellas de dos litros una y otra vez, con el resultado de que se le iba el gas. Descubrí – o me pareció descubrir – que Pepsi Cola conservaba mejor las burbujas. Me pasé a Pepsi Cola. Le tomé la costumbre, y para mí no había nada mejor. Sin embargo, en cierto momento entendí que me estaba poniendo gordo. Miré la etiqueta y cuatro litros diarios eran… no sé, casi medio millón de kilocalorías. Por tanto, me fui a Pepsi Light, y tan feliz. Pero llegó un día en que mi mujer – tan colómana como yo – se dio cuenta de que el exceso de cafeína la alteraba y no la dejaba dormir. Nos marchamos los dos a Pepsi Light sin cafeína, y allí estuvimos instalados durante un tiempo. Sin embargo, a principios de la pandemia – lo recordarán ustedes – hubo rotura de stock en numerosos productos, de suerte que se terminaron las existencias de Pepsi y de Coca Cola en los supermercados. Contra mis más firmes principios, ya que podía más mi adicción a los refrescos de cola que cualquier otra consideración, compré cola de marca blanca, y estuve tomándola durante un par de semanas. Debí acostumbrarme bastante a ella, porque cuando volvieron las pepsis me tomé un vaso de mi hasta entonces adorada Pepsi Light sin cafeína cero cero. Probé mi bebida y exclamé: “¿Esto es Pepsi? ¡Vaya porquería!”. Sin duda, me había hecho al sabor de la otra.
    

Reitero: soy fan de las marcas blancas, y, a poco que meditemos sobre ello, seguro que podemos sacar unas lindas conclusiones trascendentales. Ya he dicho que, en mi malvada opinión, son uno de los elementos centrales de la mejora del nivel de vida de los trabajadores occidentales. Pero voy más allá, es un experimento de socialdemocracia de buena ley. Los trabajadores acceden a productos de calidad, pero no se impide a los ricos pagar del doble por un artículo prácticamente idéntico. Vaya, que el capitalismo más acendrado ha logrado algo que no hubieran soñado ni Olof Palme ni Antonio Gramsci. No parece mal bagaje.

    

PD: Hemos realizado – un amigo y yo - en media docena de ocasiones la cata de un mismo producto, con un ejemplar de marca blanca y otro de marca prestigiosa. Y los resultados son los que avanzaba más arriba. Unas veces la marca blanca era un poco mejor, otras la marca prestigiosa; las más, no había diferencia notable.

 

Comentarios (2) Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.10

  • incrédulo

    incrédulo | Sábado, 27 de Agosto de 2022 a las 12:11:20 horas

    En vez de tanta cola "Fino el gato que es mas sano y más barato".

    Accede para responder

  • ROBERTO

    ROBERTO | Jueves, 25 de Agosto de 2022 a las 13:22:04 horas

    Estoy de acuerdo con lo de las marcas blancas, pero eso es una media... yo compro un mix pero suele haber más marcas blandas..... Y eso que no has hablado de los medicamentos, aquí si que hay una gran industría y malentendido por la población. Creen que por ser de marca genérica son peores que de las prestigiosas farmaceutica... No es así, SON EXACTAMENTE LO MISMO PERO CON DISTINTO NOMBRE....

    Accede para responder

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.