Diario del año del coronavirus
Casi que prefiero la amnesia
por Balsa Cirrito
![[Img #174307]](https://rotaaldia.com/upload/images/08_2022/2809_img_20220810_093358.jpg)
Confieso ser admirador de Rodríguez Zapatero. Quizás haya sido el político que ha dejado una mayor impronta en la política nacional de todos los que vinieron después de Felipe González. Son muchas las leyes que promulgó que contribuyeron a cambiar el país. La ley antitabaco (sería divertido recordar lo que decía la derecha cuando se publicó). El carné por puntos (sería igualmente divertido recordar las cosas que soltaba José María Aznar cuando se implantó, por ejemplo, aquello de “déjenme beber tranquilo”). La ley de Dependencia, que, por mor de la crisis, no se pudo desarrollar cumplidamente… Es cierto que durante su mandato sufrimos una crisis económica tremenda, pero también que muchos economistas aseguran que si no hubiera sido por sus medidas la crisis habría llegado a ser peor, amén de que los tres primeros años de su gobierno fueron los años más prósperos de la historia de España, al menos desde que tenemos registros económicos oficiales (aparte de dejar las arcas del estado repletas, repletas, repletas; posteriormente, Rajoy se encargaría de vaciarlas). Además, y es quizás lo que más le valoro, Zapatero implantó un estilo moderado en la discusión política. Siempre respetuoso, siempre comedido; parecía más suizo que español. Desgraciadamente, tuvo que sufrir campañas de insultos superiores a la media nacional (que ya es alta de por sí), con el agravante de que muchos de esos insultos iban dedicados a su familia. La catarata de ofensas que se vertieron sobre las hijas de Zapatero nos queda como uno de los episodios más viles del politiqueo español contemporáneo.
Sin embargo, Zapatero tuvo una cosa muy chunga (aparte de no andar muy fino en política exterior), que fue promulgar la Ley de Memoria Histórica. Hay algo que en política es fundamental: no valen las intenciones, valen los resultados. Y el resultado de aquella ley fue el de envenenar la vida española con unas cuestiones muy inactuales. Para lanzar una ley de ese tipo era necesario contar con el consenso mayoritario. Es verdad que el PP se comportó de forma bastante troglodita, pero el trogloditismo pepero era uno de los elementos de la situación. Mejor llegar a un consenso de mínimos que obligar a una parte del país a aceptar una ley que no quiere. Porque el problema es ese. Si se tratara de un asunto de acción inmediata que se refiriera a la situación actual española, podría entenderse que se editara una ley con amplia oposición, pero en una cuestión como esta, o se hacen las cosas por consenso o no se hacen.
Es cierto que resulta difícil de entender la oposición de la derecha a algunas de las medidas. No sé, pensar que un individuo como Queipo de Llano pudiera tener dedicadas calles o plazas en España es un disparate. O que algún anciano quiera saber dónde se encuentran los restos de su padre y no se le apoye, tampoco tiene mucho sentido.
Ahora bien, las brigadas de activistas que aparecieron hace algunos años abriendo zanjas por doquier para encontrar cadáveres me parecieron siniestras. Muy siniestras. Ancianos como los que dije antes pueden quedar unos pocos – muy pocos – cientos en España. El resto de las arqueologías de cuerpos sobran. A estas alturas, las reparaciones a los represaliados apenas tienen sentido. De los de la guerra y posguerra no queda ninguno. Ni viudas. Probablemente, no queden ni sus hijos. Revolver ciertas cosas pude ser un acto de justicia, pero cuando la justicia causa más daño que bondades, no es justicia, es error.
Ahora Pedro Sánchez nos obsequia con una ley parecida, la Ley de Memoria Democrática. Me he entretenido en leer el anteproyecto y no sé si reír o llorar. Conjuga buenas intenciones con disparates. Algunos párrafos son francamente surrealistas, especialmente el referido al “papel activo de las mujeres” que no hay por donde cogerlo. Y lo que es peor, esta ley tiene una parte importante del congreso en su contra.
Como digo muchas veces, el principal defecto de la izquierda es la estupidez. Pues bien, aquí se muestra en todo su esplendor. A menudo afirmo que el colmo de la estupidez política es conseguir lo contrario de lo que se pretende. Suelo poner como ejemplo que votar a Vox para salvaguardar la unidad de España es la mejor manera de acabar con la unidad de España. Aquí ocurre algo parecido. Habla la ley de exhumaciones y de mapas de cuerpos enterrados. ¿De verdad cree alguien en el gobierno que ese levantamiento de huesos va a favorecer las ideas que presiden la Ley de Memoria Democrática? ¿No les parece que la mayor parte de la población (de forma muy mayoritaria) sentirá rechazo ante ese levantamiento de cadáveres? ¿No experimentarán los ciudadanos una fobia instintiva ante esa exhibición de necrofilia?
Como digo, al final se conseguirá lo contrario de lo que se pretende. ¿Saben a quien va a favorecer políticamente esta ley? Pues se lo digo yo: a Vox.
¿Era eso lo que pretendían?


































incrédulo | Miércoles, 10 de Agosto de 2022 a las 20:07:52 horas
Dice la adivinanza ¿De que se puede llenar una caja para que pese menos que vacía? "De agujeros"
Lo mejor que hizo Zapatero fue fundar la U.M.E.
Como economista fue un gran fracaso, La caja la lleno de agujeros..
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