Querida Almudena,

Va a llegar el primer verano en el que no vas a poder saborear el aire roteño, y vivirlo y compartirlo con todos los tuyos.

Muchos lugares que sintieron la huella de tu presencia están un poco tristes, pero a la vez, agradecidos porque pudiste disfrutarlos.

Hoy paseando por la playa, desde La Costilla, vi a muchos a los que diste vida o rescataste con tus libros, con tus palabras, y como tú, muchos pedacitos de su vida y sus historias, se han quedado con nosotros.

Todos somos de donde nacemos, pero también de todos esos lugares donde somos felices, y tú, que de niña en tus primeros años creciste, jugaste alrededor del Mercado de Barceló y la calle Fuencarral de Madrid, donde empezaron a brotar tus primeros sueños, encontraste con el tiempo un rincón muy especial en la costa gaditana, e hiciste de Rota un lugar donde inspirarte, encontrar la paz para escribir y ser feliz acompañada por toda la gente que te quería y te apreciaba.

Al llegar a Punta Candor después de Los Corrales, mientras el sol dejaba sus últimos rayos sobre el mar, he visto sumergir de las aguas la figura de una chulapa madrileña que nos regaló más que palabras, deslizando desde su corazoncito roteño una sonrisa especial al contemplar el mágico atardecer.

Y sí, te fuiste, pero las personas como tú que han dejado tantas huellas de esencias de vida y sentimientos de lo auténtico, nunca se van, se quedan para siempre.

Gracias por todo Almudena. Nos vemos en el próximo atardecer...

Javier Alberca Estival