La sonrisa humaniza la sociedad (por Ana Sánchez)
El instinto social es el instinto que nos ayuda a relacionarnos entre los grupos. Nos ayuda a empatizar con los demás, a gestionar bien las interacciones entre personas, a integrarnos a los grupos, familias… (“el ser humano es un animal social”). Un pilar fundamental en las interacciones sociales es la sonrisa. La sonrisa es una forma de expresar facialmente un sentimiento de satisfacción.
Aunque sonreír puede parecer una respuesta involuntaria debido a que “todo hombre es capaz de reír” por algo que nos resulta gracioso o nos hace sentir bien, es mucho más que eso. La sonrisa es contagiosa, tiene un gran poder de atracción, hace que otras personas se sientan a gusto con nosotros, “la sonrisa es siempre muy agradecida”. Facilita la comunicación y crea un aura de confianza que hace que las personas sean más accesibles, “quien sonríe cosecha muchas veces la sonrisa y el afecto de los demás”. Esto mejora nuestras relaciones interpersonales permitiendo una mayor integración en los grupos sociales que nos alejan de la soledad, siendo esto la base del instinto social; “el instinto social de los hombres no es un sentimiento directo, es decir, no se funda en el amor a la sociedad, sino en el temor de la soledad”. Las personas estén más dispuestas a comprometerse socialmente con otras personas si éstas sonríen.
En el lado opuesto nos encontramos con una corriente que tiende a pensar que las sonrisas nos pueden aislar socialmente, pues piensan que son falsas y forzadas, haciendo que se desconfíe de esas personas; “nos parece increíble que alguien pueda acogernos con una sonrisa afectuosa aún sin conocernos” pensando que “buscan el propio interés”. Esto ha sido en numerosas ocasiones tema de discusión. En Instagram por ejemplo existen muchas “sonrisas de circunstancias”, que son utilizadas para escapar “de la aridez y la desolación del aislamiento, así como de la monotonía de la propia conciencia para evitar la soledad”, pues en nuestra sociedad se inculca que “toda compañía es buena, hasta la mala” por “el temor a la soledad”. Una vez se descubre la realidad de esas personas, se les bloquea socialmente culpando a esas “sonrisas de circunstancias”.
En contra de esta corriente, considero que la sonrisa es un medio de cambiar la sociedad, “todos tenemos la maravillosa experiencia de aquella sonrisa a primera hora de la mañana que logró cambiar nuestro día”. La sonrisa es un medio de humanizar a la sociedad, porque según Wittgenstein, “una boca sonriente sonríe solo en un rostro humano”.
En conclusión, como dice el autor, hay que trabajar la sonrisa para conseguir humanizar la sociedad “tomarse el trabajo de sonreír es un modo aparentemente sencillo en el que cada uno puede hacer un poco más humano este mundo nuestro y hacer así también más humana su propia vida”. Esto nos llevará a ser más felices pues “no sonreímos porque estamos contentos, sino que más bien estamos contentos porque sonreímos”. “No importa que en un primer momento la sonrisa sea forzada o parezca artificiosa, pues con su repetida práctica va calando por dentro hasta que alegra el corazón".
Ana Sánchez

































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