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Sábado, 09 de Julio de 2011

Pedro Cardeñosa

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UN PATITO FEO


  
 

Cuentan que en un nidal de patos nació uno distinto. Tanto, que le llamaban el patito feo. Todos le despreciaban y daban de lado por su diferencia con el resto de la pollada. Sin embargo, alimentado por su madre, el patito creció y se fue convirtiendo en un hermoso cisne cuya belleza fue la envidia de todos.

No sabemos si la historia es cierta o no… Lo que sí sabemos es que la vida está llena de ejemplos en los que la falta de visión de futuro ha llevado al fracaso a más de uno. Especialmente en las empresas, es importante anticiparse a los cambios del mercado. Los productos y servicios que triunfarán dentro de cinco años deben diseñarse hoy. Lo que ahora mismo existe, ya está obsoleto.

Pero ¿Cómo predecir el futuro? Los entendidos dicen que debemos estudiar el pasado para, desde el presente, crear el futuro. Aunque esto no siempre es cierto en la Bolsa, por ejemplo.

Los grandes pensadores insisten en que “quien olvida su historia está condenado a repetirla”, que “los niños son mensajes vivientes que enviamos al futuro”, que “nunca hay viento favorable para el que no sabe hacia dónde va”, que “los problemas son aquellas circunstancias que ves cuando no tienes objetivos”, que “nunca andes por el camino trazado porque sólo conduce adonde ya fueron otros”, que “el futuro ya no es lo que era…”

Mucho ruido de palabras y pocas nueces de soluciones. Entonces ¿Se puede prever el Futuro? Quizá no. Más bien, puede crearse. De hecho, las tendencias del mercado las crean las grandes multinacionales; del mismo modo que los grandes modistas, la moda. Y el resto, en menor o mayor medida, sigue la corriente.

Sin embargo, las medianas y pequeñas empresas, sumergidas en la corriente del mercado, sí que pueden hacer un ejercicio de visión de futuro. A veces llama a nuestra puerta un genio con un novedoso producto bajo el brazo y hay quien sólo ve en él a un oportunista. Esto le ocurrió a Colón, a Graham Bell, a Camilo José Cela, al inventor de Operación Triunfo…

La razón de esta ceguera de innovación está en que, una vez alcanzada la madurez empresarial, el ejecutivo suele acomodarse dejándose llevar por la corriente. Este es el modelo de empresa que fracasa antes de pasar a la siguiente generación, a no ser que le llegue un golpe de suerte que alargue su agonía.

Pero también existen muchos empresarios que ejercitan su intuición y desarrollan la estrategia de empresa observando continuamente el comportamiento del mercado. Éstos son los que suelen tener suerte, entendida ésta como “lo que sucede cuando se unen la preparación y la oportunidad”.

En definitiva, la visión de futuro es una habilidad con la que todo empresario o trabajador con ánimo de triunfar debe contar. Para entrenarla, es necesario desembarazarse de los prejuicios y las tentaciones de comodidad. El Futuro se está gestando hoy. Lamentarse cuando ya ha ocurrido, no sirve de nada. Por eso, si un día llama a su puerta un patito, no le desprecie porque, aunque sea feo, puede ser un cisne en potencia.

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