Las quejas por las molestias que ocasionan los autobuses turísticos que cada domingo traen a ciudadanos de pueblos del interior a disfrutar de las playas de Rota vuelven este verano. Los vecinos de la avenida de la Paz piden al Ayuntamiento de la localidad un control sobre la llegada de estos vehículos cargados de los conocidos como "domingueros" asegurando que es insufrible soportar desde primera hora de la mañana todos los domingos de verano la parada de entre 7 y 8 autobuses soltando en cada tanda a más de 50 personas que, entre que descargan sillas, sombrillas o neveras, causan molestias ya no solo por el ruido, sino por algo más importante, apuntan, como peligro en el tráfico.

Vecinos que se ven afectados por no haber en la zona de Virgen del Mar un aparcamiento concreto para este tipo de autobuses, insisten en que es un problema de cada año que genera gran inseguridad en el  tráfico porque mientras los coches circulan entre la avenida de la Diputación, ahora en obras, y la avenida de la Paz, los viajeros van cruzando provocando por un lado, cierto peligro especialmente, cuando hay niños pequeños que en un despiste podrían acabar atropellados, y por otro, en el descontrol de autobuses en segunda fila mientras otros vehículos pasan muy cerca circulando.

Esta mañana sin ir más lejos, una vecina ha contado a primera hora de la mañana, entre 6 y 7 autobuses dejando a turistas que con ganas, vienen a la playa de Rota, pero cuando se acerque el mes de agosto, ese número puede hasta duplicarse. Por eso,  han solicitado al Ayuntamiento que acote un espacio para que esos autobuses puedan dejar a pasajeros de una forma más segura y menos molesta para todos. Aunque cree que con las obras de la avenida de la Diputación, habrá un espacio dedicado al aparcamiento y se salvará este problema, mientras llega, los vecinos están desesperados. Y es que no solo es el momento de la llegada, también el de la partida ya que a partir de una determinada hora de la tarde comienzan a amontonarse a esperar el autobús de vuelta a casa abriendo sus sillas de la playa en plena calle, con gritos, bártulos que impiden el tránsito normal por la acera o sentados incluso en los poyetes de las ventanas de las viviendas de planta baja.

Los vecinos piden una solución que les permita no tener que soportar estas molestias, pero especialmente, indican que  se genera una situación de peligro en el tráfico que es necesario que alguien tome cartas en el asunto.