Diario del año del coronavirus
Europa, Europa
por Balsa Cirrito
La reciente victoria de Italia sobre Inglaterra en la final de la Eurocopa me satisfizo bastante, lo cual no es de extrañar, ya que soy medio italiano. Lo que, sin embargo, resulta más notable es que casi todo el mundo en España fuera con los azurri, sin necesidad de tener antepasados sicilianos. Los comentarios en la prensa deportiva de los lectores eran unánimes: querían que ganara Italia. Incluso un conocido periodista español apareció en un programa de televisión con la camiseta de la nazionale transalpina. ¿Por qué todo esto? (o, mejor dicho, per ché?).
Podemos pensar que por afinidad geográfica y espiritual. Evidentemente, a los italianos los sentimos más cercanos que a los ingleses. Todos los que acuden a un congreso profesional en el extranjero, de esos a los que va gente de diferentes países, suelen comentar que, de forma natural, casi instintiva, se forma un grupo amistoso entre españoles e italianos, igual que entre noruegos y daneses, alemanes y suizos, franceses y belgas (aunque a veces los franceses también se juntan con el caucus hispano-italiano) e ingleses con... ellos mismos.
Pero sospecho que la anglofobia con respecto a la final va más allá de las simpatías nacionales: después de todo es algo que ha ocurrido no solo en España, sino en toda Europa, donde nadie quería que vencieran los comedores de fish and chips. ¿Cuál es, entonces, la razón? Pues me gustaría pensar que el europeísmo.
Europeísmo, hermosa palabra. Creo que en todo nuestro continente se ha desarrollado una antipatía intensa contra los británicos a causa del Brexit, lo cual, tengo que decirlo, me parece estupendo. Y me parece estupendo porque la ola, qué digo ola, el tsunami de particularismo pueblerino que se ha desatado por doquier y que todo lo arrasa, tal vez pueda verse frenado por el sentimiento de Europa.
Hablo de particularismo pueblerino y no tenemos que mirar hacia donde están ustedes pensando. Porque en Andalucía, por ejemplo, llevamos un tiempo alumbrando un patriotismo andaluz tan absurdo que su mera existencia sirve para demostrar la estupidez humana (así, los resultados de una reciente encuesta dicen que los andaluces nos sentimos más andaluces que españoles, que tiene narices). Detestar a los ingleses por su antieuropeísmo podría significar que comenzamos a salir de ese etnocentrismo asfixiante que cuando dice lo nuestro, o nosotros está íntimamente convencido de que más allá de ese nuestro o de ese nosotros, apenas hay nada que valga la pena.
Europa representa casi todo lo hermoso que ha creado el mundo, y creo que podemos decirlo de una manera bastante objetiva. Los americanos constantemente hacen películas donde unos extranjeros tratan de entrar en su país para quedarse allí, con el mensaje implícito de que toda esa gente quiere ir a EEUU porque EEUU es la repera, lo mejor, el no va más. A Europa llegan bastantes más inmigrantes que a EEUU, y en vez de pensar como los yanquis que es porque somos muy buenos, nos llenamos de complejos y culpabilidades.
Tal vez todo esto que digo no sea sino etnocentrismo europeo. Pudiera ser, pero siempre mejor ser europeísta que catalanista, andalucista o lalineísta (como seguramente saben, La Línea trata de escindirse de Andalucía y convertirse en ciudad independiente). El patriotismo, cuanto más chico, peor.
Por lo demás, Forza Italia, y que le den a los casacones.



































Cienfuegos | Miércoles, 14 de Julio de 2021 a las 12:54:27 horas
Todos sabemos que somos europeos, pero si le quitas "euro" queda un sonido muy feo. Le suena?.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder