Diario del año del coronavirus
Yo sé cocinar
por Balsa Cirrito
La medida lo es todo. Digamos que es usted – como yo – un forofo de la cerveza. Pero si tomara cerveza para almorzar, para cenar, entre horas... incluso cerveza con el desayuno, de fijo que terminaría exclamando algo así como: “paremos, caray, con la birra de las narices y ponme una Fanta, Juan Luis”.
O puede que usted sea aficionado al fútbol. Fanático del Madrid o del Barcelona. Y resulta, por esas cosas de la vida, que usted se va a casar. Le pregunto, ¿se presentaría en la iglesia o en el juzgado vestido con una camiseta azulgrana y el nombre de Messi a la espalda? (si lo hace, le garantizo que no se casará: su novia le abandonará y aprovechará los billetes del viaje para largarse con el secretario del juzgado a Punta Cana).
Pongo este preámbulo tan largo para que no se me malinterprete (aunque, en realidad, sé que da lo mismo), porque algo parecido pasa con ciertas proclamas feministas. Señoras y señores: no se puede estar todo el tiempo, a todas horas y de todas las maneras con las mismas consignas. No se trata ya de una cuestión de ideas, sino de una cuestión estética.
Los políticos parecen haber sufrido en este asunto (y otros parecidos) un ataque fulminante de infantilismo. El ayuntamiento de Rota, por ejemplo, ha pintado unos bancos de color lila y les ha puesto una leyenda referida al monotema. ¿Se habrán dado cuenta de que se trata de una horterada? ¿Habrá alguien notado que es una propuesta indeciblemente cursi? ¿Habrá pensado algún responsable que ha conseguido una decoración bastante ridícula?
Lo peor de esto es que llega a molestar incluso a quienes estamos de acuerdo con el mensaje feminista, con lo cual se convierte en un contrasentido de proporciones cósmicas (sé que exagero, pero me encanta la palabra “cósmico”). Y no se trata de un hecho aislado, sino que es el signo de los tiempos y se aplica a casi todo. Soy profesor de instituto (y por tanto poco sospechoso), pero cuando veo la rotonda a la que le han puesto el cartelito de “rotonda de los docentes”, no puedo evitar el descojono, y cualquier día me caigo de la moto por culpa de la risa. Y no se piensen que se trata de un punto horteroroteño, no. En la vecina ciudad de El Puerto de Santa María he visto una catetada aún mayor. En varios pasos de cebra de la ciudad han colocado letreros en los que se lee: “paso de la igualdad entre los sexos”. (¡Dios mío, estamos rodeados!)
No sé si esto ocurría en otras épocas (supongo que en tiempos de Franco sí), pero hace veinticinco años, nadie me estaba diciendo todo el tiempo lo que debía pensar. Parece que los políticos dudan de la inteligencia de los ciudadanos (tampoco me extraña, porque motivos tienen), y se creen en la obligación de decirles lo que tiene que pasar por sus cabezas.
Pues no. Mi cabeza y mis pensamientos son míos, y ningún poder debe creerse investido de la potestad para adoctrinar a hombres, mujeres, niños y niñas (obsérvese como utilizo el lenguaje inclusivo). Y no nos confundamos. El mensaje me importa un pito, puedo estar incluso de acuerdo con el mensaje, pero no quiero que me lo den. Yo sé cocinar. ¿Se enteran?.



































Roteño | Miércoles, 24 de Marzo de 2021 a las 19:03:30 horas
Hablando de que la medida lo es todo, no veas el rebelderota la medida que tiene. Amargado?
Accede para votar (0) (0) Accede para responder