"Ciencia más allá del Coronavirus"
El Haiku Ibérico, la clave de la felicidad
por Daniel de los Reyes Helices
De todas las perlas que nos ha dejado el refranero español, desde el clásico “A quien madruga Dios le ayuda”, hasta el básico “Para lo que me queda en el convento me cago dentro”, sin lugar a dudas, una de ellas resalta de entre todas las demás, mostrándose como tratamiento factible, sino etiológico al menos sintomático, de cualquier aflicción del ánimo, hasta el mismísimo Hipócrates hubiera firmado su autoría. Señoras y señores, estamos hablando nada más y nada menos, del Haiku ibérico por excelencia: “Al mal tiempo, buena cara”.
Soy consciente de que en un primer momento cueste reconocer la relevancia de tal aforismo, y pueda asociarse de alguna manera al pobre consejo del amigo impotente frente a la desgracia ajena, el mítico: “No te rayes”. Lejos de toda similitud, la ciencia se posiciona y toma palabra en el debate. Según un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, el simple hecho de sujetar un lápiz en la boca (emulando así los rasgos faciales de una sonrisa) permitía a los sujetos del estudio disfrutar de una manera significativamente más gratificante del humor de unos dibujos animados a los que fueron expuestos1. De igual manera, en otro de los estudios sucesivos, se observó que el efecto de fruncir el entrecejo también era capaz de influir en la respuesta emocional de los participantes, en este caso de forma “negativa”2.
Con estos estudios se corroboran los conocimientos previos de la fuerte relación existente entre mente y cuerpo donde, expresiones faciales tales como la sonrisa o el ceño fruncido, no solo pueden ser consecuencia de las emociones y sentimientos previos a estos, sino que también pueden ser su causa, de manera que el simple hecho de sonreír podría llevar a “engañar” a nuestra propia consciencia, induciendo un valor positivo a nuestro estado de ánimo. De ese modo, el mero ejercicio de forzar una sonrisa, ya sea en la casa o dando un paseo por la calle, podría ayudarnos a salir de un bache emocional, o simplemente implementaría la dosis diarias de alegría.
Cabe destacar, (y siguiendo con el recital de proverbios), que no hay mal que por bien no venga, y es que esta situación de pandemia nos brinda la posibilidad de poner en práctica las directrices previamente dictadas de autocontrol emocional en cualquier sitio público, ocultando tras la mascarilla nuestra sonrisa forzada al resto de la población, facilitándole así a los más vergonzosos la realización de la técnica. Por lo que ya ninguno tiene excusa. Al mal tiempo buena cara, y al coronavirus, también.
NOTAS: (1) Strack, F., Martin, L. L., & Stepper, S. (1988). Inhibiting and facilitating conditions of the human smile: A nonobtrusive test of the facial feedback hypothesis. Journal of Personality and Social Psychology, 54(5), 768–777.
(2) Dimberg, U. , Thunberg, M. , & Grunedal, S. (2002). Facial reactions to emotional stimuli: Automatically controlled emotional responses. Cognition & Emotion , 16 (4), 449–471.



































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