El derecho al buen morir
¿Tiene derecho cualquier persona que padece una enfermedad grave e irreversible y que le produce un sufrimiento insoportable, a solicitar que le ayuden a morir? La respuesta a esta cuestión es afirmativa por parte de la mayoría de la ciudadanía española en todas las encuestas realizadas al respecto. Pero la derecha ideológica parece no entenderlo. O sí.
El Congreso de los Diputados, sede de la representación ciudadana, ha mostrado con su voto afirmativo el sentir de los ciudadanos de este país nuestro en un asunto como este. Hasta el PNV, que es de clara vocación democristiana, ha apoyado la ley de eutanasia con su voto. Las palabras de su portavoz, Joseba Agirretxea, han dejado claro el mensaje de la norma: “legislar más allá del código ético de cada uno y dar cobertura legal a quien no tenga los mismos conceptos sobre la vida o la muerte que ellos”.
Elegir morir para ahorrarse el sufrimiento propio y el de los seres queridos es un derecho. No se trata de una imposición como pretenden hacer ver en sus discursos los portavoces de la derecha española. No se trata de ningún suicidio como han destacado desde las filas del Partido Popular. Tampoco es una “condena a muerte” como quieren hacer ver desde VOX. Creo que no se trata de abandonar a los que sufren sin una esperanza ya de vida. Los sentimientos hacia los seres queridos no se demuestran solo con el cuidado, la compañía, el amor y la esperanza, también hay que respetar sus voluntades. Porque, entre otras cosas, nadie puede decidir que acaben con la vida de su familiar, sino que es el propio enfermo quien lo decide.
Los que se posicionan en contra de esta ley no pueden arrogarse el derecho de nadie a decidir por si solo. Pero además son fariseos en lo que defienden. Es muy probable que ellos mismos recurrirán (algunos habrán recurrido en alguna ocasión) a este derecho recién aprobado.
Ocurrió algo parecido en 1981 con la Ley del divorcio. El entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, se enfrentó a la Iglesia Católica y a un sector de su propio partido para poder aprobarla. La derechona española defendió con uñas y dientes la consigna de “hasta que la muerte los separe”. Quién nos iba a decir que los descendientes de estos carcamales iban a hacer uso del derecho al divorcio tiempo después.
Lograr derechos ciudadanos siempre ha contado con la oposición de estos. Estamos acostumbrados. Siempre han pretendido dirigirnos. Han querido controlar nuestras acciones desde las propias alcobas. Pero, en palabras prestadas de Joan Manuel Serrat, solo son fantasmas, que no son nada, si les quitas las sábanas.












Mas uno | Jueves, 31 de Diciembre de 2020 a las 19:23:08 horas
Ojala no te toque a ti Sr. Franco, tengo una hija 14 anos en paliativos, ymucha jente a salido, o jala a ti no.
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