"Ciencia más allá del Coronavirus"
Las abuelas también tienen un lado científico
por Oriana Balsa
¿Le habéis llevado la contraria alguna vez a una abuela? Os adelanto el final de la película: no se puede. Es imposible. Ellas hacen todo metódicamente, a su manera. Una manera que les lleva funcionando décadas, y que, desde luego, no vas a llegar tú, por mucha titulitis que tengas, a cambiarla. Nadie como ella sabe hacer la tortilla de patatas (ya quisieran los del Bar Santos en Córdoba que supiera igual), sus caldos son de categoría Arguiñano (mejor que los de tu madre o de tu padre, aunque haya sido ella quien les haya enseñado) y sus bizcochos son los más esponjosos que verás nunca (ni siquiera los americanos, reyes indiscutibles de la bollería, los superan).
Ellas te dan sus recetas (aunque no a todo el mundo se la dicen completa); a esos pocos privilegiados, entre los que estamos los nietos (y nunca las nueras) nos cuentan paso a paso cómo poner la lavadora, la temperatura del horno, dónde no fastidiarla en cada una de las tareas que tanto dominan – “No vayas a poner el aceite hasta que la sartén no esté caliente”- o – “Yo mezclo estos dos detergentes, y luego le echo este suavizante para que huela así la ropa”- pero es que a ti no te sale igual (deja de ponerle empeño, es trabajo en vano). Lo peor (para nuestro orgullo), aunque en el fondo, lo mejor para nosotros, es que siempre llevan razón. Puede que no tengan ninguna formación científica, quizá, ninguna formación a secas, pero las puñeteras siempre aciertan.
Por ejemplo, en casa de mi abuela hay un gran frutero. Cualquier aficionado a la pintura seguro que estaría encantado de retratarlo. Es grande, de cerámica y, por supuesto, siempre está lleno de fruta (¡faltaría más que no haya comida para cebar a todo el que pase por allí!). Sin embargo, la cólera de mi abuela surge cuando alguien que ronde la cocina, decida juntar los plátanos (que ella tiene bien apartados y fuera del frigorífico) con las naranjas: “Niña, (cosque), que se ponen malos”.
¿Es esto verdad? ¿O tan solo una manía que la madre de su madre le enseñó a su madre y que ahora intenta inculcarnos a los demás? Verdad y de la verdadera.
Y es que los plátanos aceleran la maduración de las frutas que tiene a su alrededor. Esto se debe a que producen en gran cantidad un gas: el etileno. El etileno es una fitohormona, esto quiere decir, una hormona de las plantas. Igual que los humanos tenemos estrógenos o testosterona, las plantas también tienen mecanismos de regulación del organismo: las fitohormonas. El etileno es el encargado de regular los procesos de estrés de la planta (porque las plantas también se estresan, aunque seguro que no por lo mismo que nosotros), de que se caigan o pudran las hojas que rodean el fruto, de la abscisión de este, y de la maduración del mismo. Si bien no es el etileno el único responsable de la maduración de las frutas (también intervienen la humedad o el calor), procura hacerle caso a tu abuela y no meter el plátano en el frutero, aunque solo sea para ahorrarte la colleja. Además, algo de razón llevarán las abuelas, si hasta en el los supermercados los plátanos y las bananas están separados del resto de la fruta, ¡pobres!.


































adolcros | Domingo, 15 de Noviembre de 2020 a las 12:55:47 horas
Daría, con la fresas no pasa. Sucede con el plátano , el aguacate, la ciruela, el kiwi, el tomate, el mango, el melocotón, la papaya o la sandía, entre otros.
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