Quantcast
Redacción 2
Martes, 03 de Noviembre de 2020

Amistades (por Ángela Ortiz Andrade)

El teléfono sonaba insistentemente y nadie lo descolgaba, Álex estaba en la ducha y aunque gritaba el nombre de su chica para que contestara, ella no daba señales de vida. -“Ésta siempre igual, a ver qué cojones estará haciendo ahora” iba pensando mientras se envolvía una toalla en la cintura y corría hacia el dormitorio para responder, era Yago, su mejor amigo;  tenía que hablar con ellos.

 

Cuando colgó apareció Cris sudorosa comiendo una barrita energética, venía del sótano donde habían instalado una cinta andadora, tenía colocados unos auriculares desde donde se escapaba la música a todo volumen. Se acercó y le metió la mano por debajo de la toalla, él le sonrió apartándola y le dijo que se preparara porque había quedado con su amigo para tomar un café. -“Dice que quiere hablar con nosotros, que tiene algo que contarnos”.

 

Cris dio un respingo aplaudiendo: -“Yo sé lo que es, se casan ¡por fin se van a casar! ¿Para cuándo lo harán, en primavera o en verano? ¿Será por la mañana o por la tarde? Tengo que saberlo porque no es lo mismo llevar tocado que pamela ¿y el vestido? tal vez a las más allegadas nos pidan que vayamos de largo, me voy a comprar algo que se van a quedar todos muertos, seguro que los chicos tendréis que ir con chaqué, pero por eso no hay problema, tú puedes ponerte el que llevaba tu hermano en nuestra boda, pero eso sí, compraremos una corbata nueva, porque las que lucisteis los dos eran espantosas y así estrenarás algo tú también, aunque aún no tengo claro si va a ser ceremonia religiosa o civil, ya sabemos que ella muy de iglesias no es, pero no me negarás que donde luce una novia de verdad es en una iglesia ¿no crees?; bueno ya veremos qué noticias nos dan hoy”...

  

Álex estaba en la habitación terminando de vestirse; sentado en el borde de la cama  veía a su mujer moverse de un lado a otro por el cuarto de baño. Desde la primera frase que pronunció su chica había desconectado y solamente oía a lo lejos una retahíla de palabras a las que no prestaba ninguna atención, no le interesaba en absoluto; es más, deseaba que lo de la boda no fuera verdad, “ojalá no sea eso” se decía.

  

A la hora convenida aparecieron por el irlandés donde habían quedado, su amigo estaba sentado en un banco de la barra, como era costumbre en él. Se besaron y se sentaron a su lado, pidieron también café y mientras disolvían el azúcar Cris no pudo contenerse y le dijo -“¡Venga hombre, suéltalo ya! ¿A que os vais a casar?”, Yago la miró para contestar ayudándose de una sonrisa forzada- “No, más bien todo lo contrario. Nos hemos separado”. Esas palabras para ella fueron como un jarro de agua fría “Oh, my God, estoy perdiendo facultades, no lo he visto venir. Yo que ya le había echado el ojo a un modelito precioso para esta ocasión y ahora me quedo con las ganas” pensó, sin embargo para su chico fueron tranquilizadoras “menos mal que mi amigo sigue teniendo sentido común” y para el que las pronunciaba, eran un montón de letras que se le habían atravesado en la garganta y la desgarraban al salir.

  

Estuvieron un buen rato hablando de cosas intrascendentes, ninguno de ellos quiso sacar el tema que los había reunido porque el asunto parecía que aún estaba muy fresco y podía herir a su protagonista. Cuando se despidieron Álex quiso llevar a su amigo a casa en coche, pero este le respondió que prefería regresar paseando. Lo vieron alejarse, se había subido el cuello del abrigo y llevaba las manos escondidas en los bolsillos, no se introdujeron en el vehículo hasta que desapareció por una de las esquinas. Durante el trayecto no cruzaron palabra, cada uno iba enfrascado en sus pensamientos, los de él estaban concentrados en Yago, cómo se sentiría, qué habría pasado entre la pareja; mientras tanto Cris estaba contrariada  porque al abrir la puerta del coche se había roto una de sus uñas de porcelana.

  

Cuando entraron en casa, Álex subió la calefacción, se desvistió y se tumbó en el sofá con una cerveza en la mano, miraba de reojos el móvil, quería hablar con su amigo a solas,  lo conocía bien y sabía que Yago no se lo había contado todo pero  su chica no andaba muy lejos, charlaba alborotada en el dormitorio con alguna amiga, luego con otra y con otra… ni siquiera se había quitado los zapatos, posiblemente estaba poniéndolas al día de lo que había ocurrido esa tarde. Él en esos momentos deseaba paz, así que no quería tenerla cerca; para asegurarse de ello, sintonizó el canal de deportes que Cris detestaba y simuló que estaba dormido, se sorprendió al oír unos tacones que cruzaban  el salón hacia el portón y el sonido del motor de un coche que arrancaba y se alejaba. 

   

Yago aún no había vuelto a casa y deambulaba por las callejuelas profundamente dormidas del centro del pueblo, alguna de ellas conservaba el suelo rojizo original que contaba por lo menos con cien años; un gato husmeaba los restos de la  basura que alguien había descuidado sobre la calzada. Yago lo miró “¿A ti también te ha dejado la novia? Pues te jodes igual que yo”, el gato huyó cuando su teléfono comenzó a sonar, Álex había aprovechado que estaba solo para ponerse en contacto con él.

 

 -“Después de tantos años juntos… no me lo esperaba, la verdad. Todo esto ha sido una pérdida de tiempo, ¡de mi tiempo!”

-“Venga tío, ahora estás deprimido y lo ves todo negro, deja que pasen los meses para ver las cosas con perspectiva, tranquilízate hombre.”

-“Supongo que tendrás razón, pero es que ahora mismo de lo que tengo ganas es de que la atropelle un coche o un tren o lo que sea ¡¡ESTOY MUY CABREADO!! Además hay otra cosa también muy grave que no te he dicho, me han despedido, me he quedado sin trabajo ¿qué voy a hacer ahora?”.

 

Álex miró la pantalla del móvil incrédulo y resopló pensando “lo que faltaba”.

 

Ángela Ortiz Andrade

 

 

Comentarios (2) Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.27

  • Hermano Lobo

    Hermano Lobo | Martes, 03 de Noviembre de 2020 a las 19:49:23 horas

    Encantado de verte por aquí otra vez. Te echaba de menos.
    Y, como siempre, me/nos dejas expectantes.
    Saludos.

    Accede para responder

  • Manuel

    Manuel | Martes, 03 de Noviembre de 2020 a las 12:18:09 horas

    Gracias Ángela, me has alegrado el día. Sigo "enganchado" a tus novelas con sus giros, intrigas, y personajes, tan reales como la vida misma.

    Accede para responder

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.