Aunque empatizar no es propiedad exclusiva de las  buenas personas, es un paso necesario para sentir la pobreza sin padecerla y así intentar mitigarla; el mundo está lleno de pobreza porque siente  y tiene mucho  pero no aporta bastante, pues el egoísmo tampoco es propiedad de la mala gente sino de la debilidad humana que coarta a veces su generosidad limitándose a apuntalar la conciencia con vigas de papel para conseguir descansar como un tronco sin gastar un chavo en solidaridad.

Dar limosna al mendigo propicia bienestar y relación cuando al alargar la mano nos dirigimos a él, significa interactuar con la pobreza, los pequeños gestos que aparte de sustento y cobijo mantienen unido el mundo, el rico con el pobre, el negro con el blanco, el enfermo con el sano; el resultado final de un proceso que comienza con la empatía y termina con la colaboración desinteresada que no exige gracias ni sonrisas consciente de que a veces se pierden por el camino si este ha sido duro y a la  intemperie.

Luis Cabaneiro Santomé