Felicidad fácil (por José Antonio Ursúa Toledo)
Todas las personas desde que nos consideramos adultos, deseamos obsesivamente tener a nuestro lado todo aquello que pueda proporcionarnos la máxima felicidad posible. Muchas veces podemos lograr nuestro objetivo, otras, claramente no. En cada amanecer, todos queremos subirnos a ese carro dorado de la felicidad, es nuestra máxima aspiración diaria.
Sin ir muy lejos en el tiempo y del lugar, hasta nuestro ayuntamiento en colaboración con la asociación local de comerciantes y otros gremios del empresariado roteño, han iniciado una campaña cuyo fin es animar a visitar Rota en busca de la felicidad.
Según dicha campaña turística, Rota desborda felicidad y es muy fácil encontrarla. El problema estriba en que solo a través de un desembolso económico, los foráneos y el resto de visitantes, disfrutarán de ella aunque eso sí, habrán colaborado muy activamente a reactivar la maltrecha economía de la localidad. Obtener este tipo de felicidad fácil puede resultar casi imposible y poco accesible a innumerables ciudadanos debido principalmente a las profundas crisis económicas que sufrimos sin interrupción desde el 2007.
Por ello, hemos decidido acudir en masa a unos lugares que nos han diseñado perfectamente para que casi todas las tendencias de los humanos tengan su espacio y en donde alcanzar una gran dosis de felicidad continuada en el tiempo es posible. Sin duda alguna, esta fuente inagotable de “bienestar” en donde beben millones y millones de personas, son las redes sociales (RRSS).
No voy a relacionar todas las RRSS existentes en nuestras vidas ni sus diversos propósitos. Mayoritariamente tenemos más de una red social y estas suelen estar presentes en un amplio abanico de edades en donde cada día que pasa su ratio aumenta considerablemente. Con una población mundial cercana a los 7.800 millones de personas, 3.200 millones son activas en las redes sociales de todo el mundo. En España, 25 millones y medio de la población visitan a diario estas redes sociales que les pueden proporcionar una “felicidad fácil”.
En las RRSS nos sentimos cómodos y felices porque como primera medida estamos en aquella o aquellas redes que más se inclinan hacia los intereses que individualmente perseguimos. Generalmente y como necesitamos creer que no existe otra manera más fácil y mejor para socializarnos, nos hacemos solamente “amigos” de todos aquellos que son más afines a nuestras opiniones, ideales o aficiones. Con verdadero ahínco perseguimos los “likes”, como si con ellos se nos reconocieran unos méritos propios que aunque banales en la mayoría de los casos, socialmente nos proporcionan una “felicidad” altamente adictiva. Llegamos a sentirnos “poderosos Salomones” cuando con un rápido clic, hacemos desaparecer de este mundo social a nuestros sublevados o amorfos “amigos” que no estaban a la altura de nuestras expectativas, dejándonos de incordiar por no darnos los “likes” que creemos merecer, ya que solo nos interesa quedarnos con esa felicidad hecha a nuestra medida.
Inevitablemente y al mismo tiempo, tampoco podemos despojarnos de una paralela e íntima irrealidad. Ingenuamente podemos llegar a creer o suponer, que con esta manera de proceder nuestra estima queda garantizada y estabilizada y por lo tanto, el miedo a un posible fracaso personal queda muy reducido ante el resto de la comunidad comunicativa social de la red, que por otra parte, parece que su apoyo es siempre incondicional. Por lo tanto, seguir manteniendo esa posición relevante y disfrutar de esa “felicidad” parece un objetivo fácil de alcanzar pero que solo puede ser dado a través del todopoderoso y rápido click que añade o elimina “amigos”.
Aquello de que al “enemigo” hay que tenerlo cerca para controlarlo ya no es válido, ahora cuanto más lejos mejor porque no deseamos que nada ni nadie se interponga ante nuestra felicidad deseada, aunque con ella y en perfecta simbiosis con nuestro ego, nos alejemos clamorosamente de una realidad que a todos nos afecta por igual y que más pronto que tarde, mostrará su lado menos feliz haciéndonos finalmente comprender que no todos piensan como nosotros y el porqué de los resultados finales de cualquier acontecimiento, sea este político o de otra índole, no son precisamente aquellos que habíamos imaginado dentro de nuestros fieles y organizados grupos.
¿Quién no ha ido alguna vez a sus RRSS a mirar el número de “likes” y se ha sentido mejor después de comprobar que su comentario, foto o vídeo tiene el número suficiente de “me gusta” o cuando uno de nuestros “amigos” de la red social que compartimos ha subido alguna información en donde nuestro adversario político o vecino envidiado sale mal parado?
Dícese que “es muy sencillo ser feliz, pero muy difícil ser sencillo…”, todas las RRSS que los usuarios hemos visitado nos ofrecen una gran y económica “felicidad fácil” pero afortunadamente y hasta el final de los tiempos, este tipo de felicidad es tan solo una de tantas, aunque ya se ha institucionalizado que cada día 30 de junio se celebre el día mundial de las RRSS ya que bien utilizadas son un gran recurso para todos.
José Antonio Ursúa Toledo
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