Diario del año del coronavirus
¿Y ahora qué? ¿Como las centrales nucleares?
Balsa Cirrito
Rompiendo mi costumbre, voy a hablar en serio. Tengo la sensación de que nadie ha pensado demasiado en el futuro. En cierto futuro. El en el de nuestros mayores. No sé si porque se espera ingenua (o malvadamente) que el tiempo resuelva el problema, lo cual suele ser cierto, y en este caso más, o porque somos unos inconscientes, pero entre tanto, ¿qué?
Me refiero a dónde vamos a meter ahora a estas personas necesitadas de atención. Después de lo que hemos visto, tras comprobar como las residencias para la Tercera Edad se convertían en trampas mortales, ¿quién se queda tranquilo enviando a un familiar a un asilo? Salvo que la sociedad adquiera una crueldad e insensibilidad que no va con nuestros tiempos, no parece que vaya a haber listas de espera para entrar en los hogares del pensionista. Porque, además, no tenemos indicios de que la situación tenga intención de mejorar en el futuro.
En cierto sentido, se veía venir. Quiero decir, que los viejos hace tiempo que son un negocio. Recuerdo el primer año que di clase en un instituto, hace veintitantos años, que un alumno me preguntó cuáles serían las profesiones de porvenir en el futuro. “Las que tengan que ver con la Tercera Edad – respondí – la población de España cada vez es mayor en años; habrá muchos ancianos, y serán ancianos, pero seguirán siendo consumidores”. Sin duda, la palabra clave aquí era la de consumidor. Es el término de nuestro tiempo. Decir consumidor es como decir galeón español para un pirata inglés.
Porque un consumidor, según la propia definición, es alguien de quien hay que aprovecharse. Aunque, en este caso, nunca hubiéramos creído que había que aprovecharse tanto. Y la rueda no se para. La gente sigue cumpliendo años, y los jóvenes de hoy serán los maduros del mañana, y los maduros del mañana los viejos del pasado mañana. Antes de la pandemia íbamos flechados para convertirnos en el país con mayor esperanza de vida del mundo. Ahora no sé (aunque, bien pensado, ¿qué país va a aumentar su esperanza de vida?)
Tenemos que cambiar el modelo de atención a nuestros mayores. No sé exactamente hacia donde debemos dirigirnos, pero lo que si está claro es que la ruta actual no es la correcta. A veces tengo la sensación de que los ancianos son como los residuos radiactivos. Prestaron un valioso servicio, pero una vez cumplido este, no se sabe dónde colocarlos. Así de joputas somos.
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